domingo, 23 de abril de 2023

Madrugador Jorge Olivero Leonelli. Descansa en Paz.


 

Queridos Hermanos Madrugadores y Hermanos de Alianza y Familia de Antofagasta:

            ¿Habrá alguien de nosotros que no haya sentido hoy, ese fulminante e impactante dolor que ocasiona la abrupta e inesperada partida de alguien que ha convivido y compartido con nosotros en tantas actividades derivadas de  nuestra vida de compromiso y servicio con el Santuario “Puerta del Cielo”, donde verdaderamente “brilla el sol de Cristo”, y que no haya tenido en ese momento  una acumulación de emociones que le anudaron la garganta y turbaron el alma, y que, aparte de   traer de inmediato a la imaginación el rostro de hombre afable  de nuestro hermano que ha partido, no haya entonces sentido la inmensa  necesidad de inclinarse humildemente ante el Dios de la vida para pedir por él y su familia y   tratar de entender esto que hoy hemos vivido y que nos ha clavado como una saeta lanzada de improviso y  rasgado los sones armoniosos del día, en que festejamos el “Día del Señor”, para  caer en ese estado  que nadie puede vivir si es que no tiene en su corazón la alegría, imagen y  compañía espiritual de un hombre, un amigo, un esposo, un servidor generoso de María, hermano común  de Alianza?

            No  quiero ser  yo quien se atribuya algún sentimiento  especial o que me haga sentir entre todos que soy el portavoz de algo tan  personal, pero si bien es  mi sentimiento el expresado, es, ha sido y será en el día de hoy, lo que hemos compartido desde tempranas horas del día, en el instante mismo en que, preparando los detalles de la Santa Eucaristía, y  buscando  la mejor forma de servir a la causa del Señor, nos hemos sentado angustiados y dolidos en el salón, bloqueados, aturdidos, con algunas hermanas de Alianza  en medio de sus sanas y legítimas lágrimas de tristeza, tratando de entender que si aún celebramos hoy el tercer domingo de resurrección, tengamos que detener esa alegría natural del ser cristianos con ese acontecimiento histórico que nos permite hoy tener fe en ese Señor que ha dejado el Sepulcro para  reencontrarse con nosotros, entonces ustedes, yo , aquel, ellas, ellos, y todos sin ninguna excepción, sea en presente, en llamados, en mensajes en las modernidades de las redes, los que   hemos sufrido lo  que nadie puede expresar si no lo vive, el dolor,  el aturdimiento, la  desesperanza y  han sido estas horas  de un unirse  a nuestra querida Ginnete, la que todos conocemos, la que todos sabemos quien es, la que está  y ha estado desde hace tantos años, entregándonos su   cariño,  su consejo, su compromiso y su vocación de servicio en el Santuario y queremos entre todos, hoy más que nunca, abrazarla, estrecharla con respeto y solidaridad y decirle: ¡Hermana, aquí estamos para compartir tu dolor!, para juntos orar, para inclinarnos en  nuestro  lugar de gracias, (como lo hicimos hoy junto a un grupo que nos  representó también a todos con el rezo del Santo Rosario), y  entregarnos a las manos de María, en su  generosidad y en su eterno amor, para   pedirle  fuerza,  confianza y fe  para Ginnette y su hija,  y entender que todo esto  que pedimos,  es resultado de  entregar a nuestra Mater todo lo que somos y tenemos, todo lo que vivimos y sufrimos, todo lo que nuestro sentimiento humano nos hace  sentirnos miserables, hundidos en el lodo de la incomprensión e incredulidad, pero  esperanzados en que ella, es y será siempre la única que puede levantarnos con sus  brazos amorosos, para comprender los destinos de la vida, que muchas veces miramos con indiferencia hacia nuestro entorno porque nunca pensamos que  tan cerca de nosotros se puedan desarrollar acontecimientos tan cercanos y dolorosos como el vivido, y que nos golpean en forma común y en sentimiento,  que ante nuestra humana debilidad nos deshacen en lágrimas y desesperanzas.

            Hace un domingo atrás, nuestros rostros eran de alegría, nuestros sentimientos eran de amor, expresado en tantas acciones emprendidas por que era el final de este año preparado con tanta ilusión,  con tanta pasión, con tanta responsabilidad, por todos quienes de alguna forma se involucraron en  lo que fue esa vivencia inolvidable del “Jubileo de los 30 años”, y hoy llegamos a celebrar la Misa, en el primer domingo después de nuestra celebración, aun con nuestras mentes y corazones  alegres, porque lo que hicimos y logramos entre todos con tantos granos de arena de apoyo y constante oración, fue a los ojos de María, grandioso, y  de plena satisfacción para la obra de nuestras propias vida de cristianos peregrinos acogidos en nuestro amado Santuario, y  entonces veníamos llenos de esas virtudes que nos da la satisfacción del deber cumplido y al recomenzar  este nuevo domingo con el que comenzamos a contabilizar lo que será el “Jubileo de los 50”, buscando desde ya preparar  para ese incierto futuro, tantas vivencias que  debemos pasar y comenzar a vivir, y estábamos aun contentos, ansiosos, sedientos de ese amor que nos regala María y nos permite sentir  que este nuevo tiempo, desde esta nuevas playas seremos para hoy y el futuro mejores personas, mejores hermanos, más solidarios, más  comprometidos, y  al comenzar  el día con ese ímpetu natural de  sentirnos hermanos, la noticia nos golpea  y cambia nuestra mirada, nos sentimos  agobiados,  adoloridos,  la pena nos ha inundado y opacado todas nuestras alegrías y   se nos viene y vuelve a venir, y se comienza a quedar entre nuestras mentes y corazones, el rostro de ese hombre bueno, que estuvo con nosotros, que pasó “haciendo el bien” entre nosotros,  que nos regaló su generosidad y  procuró siempre entregarnos lo mejor de él.

            Nadie podrá olvidar el espíritu de colaboración de nuestro hermano Jorge Olivero (Q.E.P.D.); su porte, su estatura, su silencio, su  sonrisa, su silenciosa y  tremendamente comprobada buena voluntad de servicio para con todo lo que significara ser parte de este “terruño”  en que nos reunimos para nuestras grandes  momentos personales de oración y de acogida, y estará allí la mano, su mano, que  dejó sus huellas, en aportes que quizás muchos desconocen pero que están allí y  en ese entorno que tantas veces nos juntamos; Sabemos que  su espíritu y cariño en tantas obras está y estará presente, así como el trabajo y compromiso junto a su esposa y familia, quienes nos han enseñado tantas formas de servir, reconociendo también sus liderazgos naturales que nos permiten reconocer que el sentimiento común que nos envuelve, nos llena de valores espirituales y comprometen  en mejor forma la permanente obra de la Iglesia, como lo es la evangelización.

            No hay palabras. Ustedes lo saben; es más, lo sabemos, lo entendemos, lo  palpamos hoy en medio de la triste noticia, caímos de rodillas frente al Santísimo  para ofrecerle todas nuestras dudas y quizás en esa tranquilidad que nos da Cristo con su presencia, nos permitiera ser comprensibles frente a esta inesperada situación, más tarde en la Misa de hoy, nos pasamos meditando  todo el momento con su presencia, se notaba entre todos nosotros de rostros compungidos y tristes, preocupados, que  su alma corría entre nuestros sentimientos y  algunas lágrimas que  no pudieron contenerse, afloraron como muestra de la delicadeza y del sentimiento sincero del dolor  que fluye en esas salobres perlas del alma que nos ahogan y quizás nos  alivian en medio del dolor.

            Alguien de las tanta personas que allí estuvimos,  con su sabiduría tan reconocida, me decía,  que : “Estas pruebas de la vida,  se deben enfrentar con  serenidad, fortaleza, pero con un ingrediente que no debe faltar, para hacer poderosa nuestra  débil situación ante el dolor y la incomprensión,  y ese factor de importancia debe ser la fe. Fe en medio del dolor es un gran mérito ante Dios…”

            Y  quizás sea ese el  mayor  de los tres ingrediente básicos para superar esta adversidad, y a la luz de  la fe,  entonces debemos pedir al Padre Dios,  que nos guíe y nos conceda lo que tanto necesitamos en este momento: paz, tranquilidad,  fortaleza, comprensión y esa esquiva y muchas veces débil fe, que nos hace muchas veces titubear en la soledad del dolor, pero que a la luz de la oración hacemos crecer, puesto que nos regala ese don de la aceptación, y la comprensión frente a quienes sufrirán desde hoy la ausencia de Jorge, recordándole entre nosotros como ese hombre generoso que aportó  grandes desafíos y tareas que guardamos con cariño de su servicio al Santuario.

            Muchas obras materiales están allí, ya habrá tiempo para enumerarlas, no por vanidad ni consuelo, sino porque son una muestra de su desprendimiento y sentido  de “darse” y donarse  sin recompensas,  pero lo que nos queda de él es su fuerza por haber enfrentado junto a su amada Ginette,  en su  vida inicial como “Madrugador”  esa pena que si bien   trató humanamente de superar, lo acompañó en silencio en su largo peregrinar, haciéndolo caer en los abismos del dolor y la duda y que poco a poco en compañía de sus amada esposa y familia,  logró  aceptar, sin tener jamás esa  necesaria tranquilidad de aceptar la voluntad de Dios y que afectara su alma de niño, por la pérdida de su propio hijo.

            Te extrañaremos Jorge, hoy,  día de tu onomástico serás escoltado por  el soldado de Cristo ejemplar, como lo fue San Jorge, y  recibirás de Él también la fuerza de sentirte  lleno de la Gracia que te regaló tu Alianza de Amor con María, para seguir marchando  con ese optimismo y esa  alegría de servir en el silencio, como tantas veces te vimos, poniendo a disposición de nuestra familia del Santuario tus  propios medios y pertenencias, para  facilitarnos las labores que tanto apoyo requiere la evangelización y la extensión o envío de nuestro Santuario a los ámbitos de la Diócesis y de todos los lugares donde queremos permanecer, para acoger, transformar, educar y  servir como enviados por nuestra Madre, que hoy te acoge con todo su amor en sus brazos y te presenta a su Hijo Amado, para  regalarte  aquello que guardaste con esperanzas en tu corazón, el momento crucial de la luz  del Resucitado que te acompañará por toda una eternidad y hasta el fin de los tiempos.

            Amigo, Esposo, Padre, Hijo, hermano Madrugador, colaborador excepcional y entrañable, compañero y Hermano de Alianza. ¡Descansa en paz!

                                   Antofagasta, 23 de Abril de 2023







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