viernes, 31 de octubre de 2008

NADA SIN TI, NADA SIN NOSOTROS


Nada sin ti, Madre.

Que no nos sorprendan con las lámparas apagadas y, en esa oscuridad de soledad, de negligencia, de liviana moralidad, no nos descubran alejados de tu divino hijo. Que podamos ser fieles, como tú Madre, que siendo tan joven, tan niña, tan humilde, débil, dócil, servicial y comprometida, no hubo en ti absolutamente ni una sombra de duda, temor, obligación o exigencia, para dar ese sí único, de valor para todo el mundo cristiano. Ese sí, fue el momento más sublime, el más importante y crucial instante en que tu voluntad, acepta sin condición: "Hágase en mi Tu Palabra" el anuncio del Ángel, con un espíritu valiente. Si no hubieras dicho sí, no habríamos tenido la alegría de vivir con, por y para Jesús. No todos valoran esa condición humana. No todos tienen la capacidad de comprender ese momento crucial, esa decisión, esa responsabilidad, considerando tu pulcra inmadurez y juventud, y así haberte dado, donado, entregado a la más importante obra de la redención: El Hijo de Dios, convirtiéndote en su primer apóstol. Tú criaste al divino hijo, le prodigaste tu cariño, tu consejo, tu amistad y tu amor. Nada hubiera sido posible sin ti.
El Todopoderoso habría buscado cualquier otra posibilidad en ese universo que da su omnipotencia. Pero Cristo debía ser hombre, nacido de mujer y María fue, sin buscarlo ni pedirlo, la elegida.
Por ello que "Nada sin ti". El nada, es solo eso: nada. Imposible de establecer una génesis de nuestra vida de amor a Cristo, sin haberle conocido, sin haber tenido la oportunidad de que María nos lo diera. Así, entonces, "Nada" se convierte en "Todo".
Ese "Todo", es el motor fundamental que mueve nuestras vidas. El "Todo", completa nuestra personalidad cristiana al servicio de la Evangelización. Es decir, el "Todo" es Cristo mismo, gracias al sí de María.
¿ Nada sin nosotros? ¿ No será soberbio el pensamiento?
Sin nosotros, ese todo es nada.
Para ser nosotros "todo", debemos sacar de nuestra alma todos esos cortinajes que oscurecen la luz de Cristo. Debemos abrir las ventanas del corazón para que entre la claridad espiritual a nuestras vidas y con esa luz, continuar mostrando la única verdad que quiere María: El reflejo en nosotros de su hijo Jesucristo, al que mece con dulzura en sus brazos sosteniéndolo con toda su fortaleza, propia de mujer. En sus brazos lleva un inmenso peso, el de la salvación que nos traerá ese niño, la única esperanza al mundo. Por eso que ella esta presente, observante, para mostrarnos su serenidad, su amor, su expresión de paz. Ella es la que nos entrega de sus propios brazos a ese "pequeño" Cristo, para nosotros mecerlo y hacerlo nuestro hermano. Maternalmente nos acoge, orienta, transforma nuestras vidas, sin dejar de ser Madre, sin renunciar a su condición de ser la primera seguidora de Jesús. No es Ella, es Él. Ese es el fundamento de su misión. Nos deja en la más absoluta libertad de conciencia para conocerle, y amarle profundamente cada día. Ella esta allí, dándonos su mayor ejemplo de Amor a Cristo.
Si no lo hacemos, si no logramos mostrar con nuestra actitud de cambio, la prueba verdadera de que ella nos acoge y transforma, para hacernos también apóstoles del Señor, entonces no es posible creer que estamos llamados para hacerlo todo, en beneficio de Jesús.

Nada sin ti Madre, para que no olvidemos tu humana condición, aprendiendo de tu entrega y valentía, para que podamos entender que, contigo podemos. Sin tí, nos parece muy difícil Madre, solo tu ejemplo nos basta.
Nada sin nosotros, para que nos pongamos a tu real servicio, y podamos construir los caminos para guiar a la senda de la verdadera felicidad, especialmente a quienes constituyen las personas de mayor desconfianza, de dura rudeza de corazón. De esas que no conocen de tu amado hijo, para que seamos tus mejores apóstoles y con esas virtudes del amor y de la entrega, que tú nos enseñaste, podamos continuar mostrando al Cristo que nació como "fruto de tu vientre", y que habiendo cumplido los designios de redención de su Padre en esa bendita y dolorosa santa cruz, aún no le conocen, aún no le aceptan, no lo reciben, por que nosotros por tí y por Él, no nos hemos comprometido, no nos hemos convencido, no hemos asumido esa santa obligación y de tanto buscar y buscar, de fortalecer nuestra poca fé, y de tratar de comprender lo incomprensible, aún no hemos hecho nada.

LA "MALA LECHE" (Autor: Eduardo Garcia Banda)

Una tarde, caminaba por los campos de “La Dehesa”, disfrutando de las bondades del clima de la cordillera, aprovechando un descanso de fin de semana, conociendo un poco de la flora y tratando de identificar, entre la abundante variedad de árboles, un quillay, al que me decían: -Si le sacas un poco de corteza y la pones en un balde con agua, tendrás un champú espumoso y natural, que te dejará el pelo brillante, limpio sedoso y sobretodo, sin caspa-.
Mi amigo Uribe, oriundo de Chillán y compañero de esas andanzas me dijo, observando en lontananza: -¡Allá hay unas vacas pastando! ¿Vamos y tomamos un poco de leche?-
-No tengo ni un peso- contesté, mientras el “huaso” se reía a carcajadas….-Nooo, aquí en el campo no se compra-.
Así que siguiendo sus consejos, le acompañé silencioso y expectante para verificar sus habilidades de sureño ordeñador.
Usando sus diestras manos y con movimientos armónicos de sus dedos, con presiones y tirones suaves y controlados, comenzó a apretar las “ubres” de la vaca, mientras una leche blanca, casi aguada pero espumosa fluía pura, buscando su delgado chorro caer al centro de una botella plástica, cortada a la mitad, que encontramos casi nueva, oculta entre los matorrales.
-¿Hay toma´o leche al pie de la vaca?- Me dijo risueño, sobrepasando ya la mitad de la capacidad del envase, deteniéndose abruptamente y pronunciando escuetamente: - Ya compadre. ¡Salud!, al mismo tiempo que entregaba, a mis sedientos labios, un jugoso néctar, tibio, de pureza extrema, que fui bebiendo profusa y ansiosamente, cayendo esa lluvia de nutrientes directo hacia mi estómago. El resto del contenido, fue a parar al otro estómago, al del huaso, lanzando, finalmente, un eructo de satisfacción, sobajeando satisfecho su mano derecha por su vientre: -¡Esto es pura vida sana, compadre!.
Lo que vino para mi, al cabo de no más de quince minutos, fue una profusa y completa indigestión, que me tuvo por varias decenas de minutos transpirando y con una “colitis” conectada directamente a la cañería de salida de mi acongojado intestino, agachado y compungido entre los matorrales de espinos, buscando urgente la forma de cómo limpiar mis intimidades, echando mano como recurso válido, a mi único y albo pañuelo.
-“Mala leche” para usté, compadre-…..
La “mala leche”, me ha producido esta sensación de dolorosa indigesta, no solamente en esa inolvidable tarde de campo. La he bebido en muchas situaciones de la vida, queriendo nutrirme de sabiduría, de amistad, de compañerismo. De tratar de beber responsabilidades que me permitan santificar mis actos frente a muchas situaciones, innumerables de narrar y que son parte de nuestra propia vida.
¿Saben? . La envidia es la peor “mala leche”.
La leche en sí es nutritiva, rica, alimentadora, de composición química que nos trae grandes beneficios a nuestro organismo. En mi caso personal, debe ser sin lactosa, por exigencia de mi propio cuerpo.
Pero hay mucha “mala leche” en las actitudes, en los compromisos, en las lealtades, especialmente en el mundo de nuestro diario entorno. Hay muchos hombres o mujeres “mala leche”. Esos que pareciera que harán un importante aporte para mejorar el crecimiento de tu propia vida, por lo que bebes profusamente, con el mayor sentido de inocencia su propia “leche”, sintiendo la agradable sensación de frescura, comparable al buen brindis, al trago de la verdadera amistad, que trae consigo salud, al cuerpo y al espíritu, pero produciéndote un efecto verdaderamente contrario al esperado. Lo rechaza hasta el cuerpo.
Cuando ello ocurre, estás en presencia de un individuo que es sólo eso: “¡Mala leche compadre!”.
Si estas situaciones ocurren con aquellos que estimas y confías, a pesar de ese otro gran dolor intermedio,- el de la traición-, el problema se debe terminar, simplemente siguiendo la fuerza de la naturaleza de tu propio cuerpo, en la soledad de los oscuros matorrales…
¡Salud compadre!
La vida es hermosa. Basta mirar con confianza y optimismo el sol del nuevo día, pidiendo perdón, con humildad y sencillez por aquellos que “no saben lo que hacen”. Dios lo sabe todo.
Al final, la “mala leche” se transforma, se pudre, se solidifica o evapora, pasando inadvertida entre sus propias suciedades, sirviendo muchas veces como caldo de cultivo de infecciones y depósito de larvas, especial para las moscas.
Curiosamente al lado, las abejas que trabajan incansables, beben de los néctares jugosos del polen de cientos de flores multicolores, que alegran y dan colorido a los más hermosos paisajes del día, transformando su ardua y gran tarea, en un resultado increíble, que se percibe y aprecia solamente con el paladar, en el dulzor de la miel que se gesta en el panal.
Es la vida que a pesar de los “mala leche” nos deben hacer, finalmente, felices.

Antofagasta, Octubre de 2008.

EXCUSAS


































No tengo excusas. Algo ha pasado con mi inspirada poesía y dedicación a mis queridos "Madrugadores". Les pido perdón por haberles abandonado tantos días. Esto de pasar agosto, me consumió la mente, luego vino ese septiembre cargado de tantas actividades propias del mes de Chile, con sus cuecas, desfiles, cantos, esquinazos, ensayos. Seguidamente vino el tema de la salud, esos tentáculos de agosto siguieron en septiembre, y caí enfermo, con una dolencia extrema en alguna parte sensible de mi cuerpo, que me obligaron a someterme a una intervención quirúrgica, nada de riesgos, nada de pesimismo, nada preocupante, pero operación al fin, con todo lo que significa consumirse sicológicamente, aún estando con el alma conectada siempre a la Mater y a su divino hijo: temores naturales propios de la vida.
Les debo una palabra de afecto y de cariño a todos quienes han hecho el dulce sacrificio de madrugar, con un único objetivo, el de profundizar nuestro amor a Cristo y su Santísima Madre.
En cuanto a gráficas, estas que verán son de uina de nuestras últimas madrugadas. NO hemos podido publicar las notas a su tiempo, pero ya nos pondremos al día, estamos en deuda, y tengan paciencia...