domingo, 23 de julio de 2023

Los mejores deseos para Carlitos Becerra y Mónica Martin.

 

                             (Foto como Guías  en la Misa del Jubileo de los 30 años del Santuario)

    Carlitos Becerra y su  distinguida esposa Mónica Martin, están en mi retina de joven apoderado del colegio San José, en los tiempos en que mi esposa, también llamada Mónica, ejercía la docencia en ese colegio católico regentado por los  Padres Oblatos de María Inmaculada (O.M.I.),  y que marcaron toda una época de servicio pastoral y evangelización  en las Oficinas Salitreras de la pampa, y con la imborrable presencia de su obra a través de la educación en la ciudad de Antofagasta, primeramente en el antiguo edificio del colegio, ubicado en la Avenida Brasil, donde  tuvo  un primer establecimiento con régimen de internado y  luego en el conocido  sector aledaño a  la calle Galleguillos Lorca donde ha estado y permanece  desde muchos años con un  sistema de educación que ha favorecido a muchas personas de todas las condiciones, siguiendo el lema de su fundador Eugenio de Mazenod,  “ID Y EVANGELIDAD A LOS POBRES”.

            Por ese tiempo Don Carlos, para quienes estábamos lejos de conocerlo personalmente, cumplió importantes roles en su compromiso personal con la Evangelización, por su carisma  y forma de ser, fue un distinguido  miembro y Presidente del Centro General de Padres y Apoderados del colegio San José, en varias oportunidades reelecto,  diría yo muy carismático,  querido, respetado  y seguido  por ser un hombre transparente y digno de confianza, con una personalidad en la que irradiaba su gran voluntad y espíritu de servicio y con una capacidad   de expresión y elocuencia que  llegaba a todos los que servíamos como apoderados. Fue en esa época un gran Presidente  a quien la comunidad del Colegio respetaba y apreciaba por sus naturales condiciones de liderazgo en las que siempre pero siempre, estuvo acompañado de su distinguida esposa Mónica, siendo un ejemplo de matrimonio, una pareja de esas que uno  ve en ellos el sueño del amor convertido en realidad, y con las cuales  dan ganas de  estar unidos en una amistad más profunda para aprender de ellos y conocer  más de sus vidas, lo que a veces no resulta muy fácil porque no existe la oportunidad y solo se mantienen esas relaciones naturales de encuentros derivadas de las funciones que se ejecutan en  el compromiso y servicio a la comunidad y con la cual deben orientar sus funciones al servicio de quienes han confiado en sus capacidades.

             No conocí a este hermoso matrimonio en ninguna  oportunidad  en forma más directa que en ese obligado encuentro de las sesiones  propias de la vida escolar de nuestros propios hijos y en el acontecer y desarrollo de mi esposa como docente, la que sin duda siempre  ha representado una gran estima y admiración por su forma de ser y trabajo ejemplar.

            Más tarde en mi vida militar,   supe de su trabajo profesional cuando en algunas oportunidades, sirviendo yo de  asesor directo del Mando del Regimiento,  llegaban esos documentos de preocupación constante por el  empleo de las armas en los sitios arqueológicos y que requerían una mayor atención institucional y militar en la protección  de esos espacios,  que eran y que son parte del patrimonio   de nuestra cultura regional y nacional y entonces, como ocurre en esas asesorías, sin  conocernos cruzábamos cartas y documentos en los cuales avalábamos sus preocupaciones y seguíamos  sus orientaciones, más aun cuando  quien podía  dar alguna opinión sobre su  preocupación y liderazgo  influenciaba de una u otra forma para responder con la misma caballerosidad que a él lo caracterizaba,  siguiendo sus consejos, solicitudes y cumpliendo las normas a fin de llevar lo que nunca  debe faltar en las instituciones y organismos: las buenas relaciones que nos hacen  ser seres  e Instituciones de servicio y que  trabajan en distintas áreas, pero que mantenemos objetivos comunes en bien de la sociedad en general.

            Hace más de  veinte años, por esas circunstancias de la vida,  en las acciones que emprendemos en la vida al servicio de Cristo y su Santa Iglesia,   llegué al Santuario, (lugar desconocido para mí, el que veía a veces desde lejos y en el cual las respuestas ante la duda de qué era ese lugar,  oí muchas veces decir: "Esa es la Iglesia de los alemanes) por dos situaciones bien específicas: Una por la invitación de un oficial que  participaba en la naciente agrupación de los Madrugadores y que era un grupo reducido de  fieles que concurrían  de madrugada al Santuario, entre los cuales me entusiasmé a seguir participar por mla acogida que significó para mí encontrarme  en ese hermoso lugar,  y además, con una segunda gran tarea, pues entre aquellos Oficiales comandantes que a veces se van  mudando de ciudades  siendo reemplazados cada dos años por nuevos lideres que deben dar continuidad a las obras del mando militar, lo que hace muy bien  experimentar pues no hay posibilidad que una persona se  sienta única y dueña de su puesto de mando, sino que por el contrario, cada una llega por determinado tiempo a entregar sus capacidades al servicio de la Institución,  llegó como Oficial Comandante del Regimiento el entonces coronel Hernán Toledo con su esposa Paulette, y en ese sentido,  aparte de engranar muy bien en las actividades pastorales al contingente de la Unidad Militar con ellos, por su condición de integrantes de la familia, se programó un gran  trabajo de servicio voluntario al Santuario, el cual  tuve la suerte de dirigir con mis soldados de entonces y trabajamos en los arreglos de los parques y  jardines, sacando escombros, basuras y plantación de árboles en el sector de la "Piedra del Padre", ("Piedra" de gran tamaño de alto contenido  en cobre,   que nunca debemos olvidar que fue instalada allí por las gestiones de Carlos Becerra), y  desde ese instante nunca más dejé de ir a ese lugar, integrando posteriormente la campaña de la Virgen Peregrina y  materializando mi Alianza con la Virgen en ese inolvidable encuentro.

            Y fue en ese lugar donde nuevamente se cruzaron nuestras vidas con don Carlos y su esposa Mónica, conociendo en ellos su gran espíritu de servicio, su invariable sencillez y personalidad  y   su tremendo compromiso con la obra de la Evangelización participando activamente como miembros de la familia de Schoenstatt en la rama de matrimonios, y  siendo de esos pioneros que nunca debemos dejar de  apreciar y reconocer,  pues sembraron en medio del desierto ,  con esperanzas pero  sin recursos, y abundando en ellos su gran espíritu y confianza de que la Mater   estaría alguna vez  en ese lugar sirviendo  como luz de vida a la espiritualidad de las almas que tantas veces buscan y no encuentran y dándoles ese toque mágico y divino que nos hace tan bien para nuestra vida interior en este especial lugar.

            De modo que desde allí surgimos en la semilla de los Madrugadores, en una nueva etapa,  participando con los antiguos integrantes de la familia  recordando con cariño a  René Yung,  Jorge Torres,  Patricio Mora, Claudio Jeria y el tremendo Carlos Becerra, todos ellos entre los primeros Madrugadores y conectados con la misma espiritualidad Mariana que hasta hoy nos une al Santuario.

            Ha sido un tiempo enriquecedor conocer la bondad y transparencia  de las personas de quienes hoy me atrevo  a hablar,  con el claro convencimiento de que conozco de ellos su  gran espiritualidad y   ese compromiso que nunca han dejado de lado, permaneciendo fieles en todo tiempo y circunstancias.

            No ha de ser fácil un nuevo comenzar.

            La vida  a veces nos ofrece  renuncias  que van más allá de lo que amamos y deseamos, pero los caminos de Dios son tan  insondables y   debemos tener fuerzas para asumir que hoy  les toca vivir esta nueva etapa, que  fortalecerá en ellos su gran servicio y voluntad y no  nos cabe dudas que este  terruño, donde “brilla el sol de Cristo”, les acompañará en esos verdes campos de  Quilpué,  donde  sus mañanas serán más frías, menos soleadas, pero nunca  en soledad, pues llevan en su corazón todo el compromiso   de haber servido  con todas  sus capacidades, voluntad y fuerzas, a establecer los cimientos básicos y  fundamentales, de lo que es hoy el Santuario  que crece y cada día,  se desarrolla, y que está pasando en estos instantes por algunas pruebas  que debemos todos  enfrentar, pero además,  que son la clara voluntad de que nuestra santa Madre María quiere, permanecer  presente en nuestras vidas, y  desde allí regalarnos lo que ella con tanta generosidad nos puede dar y que   actúa en nuestro  corazones y voluntades para seguir optimistas frente a los vacíos de la vida para alcanzar  con mayores bríos esa necesaria oración de conquista para  el crecimiento de este lugar que nunca podrá ser de un grupo limitado ni de una elite seleccionada,  pues María está en el corazón de todos, y el pueblo de María está en sus peregrinos, en sus misioneros, en sus madrugadores en los miembros de la familia, y en todos los que nos decimos cristianos, en los  que pueden pertenecer a otros movimientos eclesiásticos en que el único valor que nos une es Cristo, en otras corrientes y carismas, pero María es el Sol de todos y el Santuario debe ser un lugar para todos y con personas como Carlos y Mónica, que han sabido permanecer, aportar, sacrificar y servir,  son nuestro mejor ejemplo para los nuevos caminos que debemos  recomenzar a reconstruir, recordando sus ejemplos de entrega,  sacrificio y voluntad que permanecerá siempre como el mejor  testimonio de ellos, para con nosotros.

    Se llevan también eso intangible que  nace de la profundidad del alma, que se nutre en el interior del corazón y que se llama cariño, afecto, respeto, reconocimiento y los mejores deseos para un nuevo recomenzar  con las mismas esperanzas y sueños de toda una vida, la que continúa y se mantiene  enhiesta  hacia nuevos desafíos y nuevas oportunidades, pues los sueños nunca dejan de ser eso, y nunca podemos dejar de creer que  podemos siempre  de nuevo comenzar.

            Hay muchas obras silenciosas que quedaron allí para todos. En esas largas jornadas en que juntos pudimos compartir el trabajo sacrificado y manual, que no todos tienen la voluntad o capacidad de entregar o ejercer,  brocha en mano, espátula,  pintura, pincel y voluntad,   estuvimos mañanas de semanas completas   hermoseando todo lo que pudiéramos  para rescatar y proteger  en el justo mantenimiento de los bienes materiales que empleamos para nuestra vida espiritual,  en el  Santuario, Fueron muchas horas de abnegado trabajo en la restauración y conquista de las estaciones del Vía Crucis, en los detalles múltiples que siempre hay que asumir para solucionar. Sabemos del entusiasmo de Carlitos Becerra, cuando compartiendo nuestras Madrugadas, llegaba con su propuesta sana y llena de entusiasmo para rescatar la obra de  la profesora de artes   Rosita Arce, y  él mismo idear  una forma común para todas las estaciones, asumiendo  su confección, pintura  y  trabajo con mucha dedicación y cariño, incluso asumiendo los costos que todo eso  conlleva sin pedir, y ni siquiera aceptar ayuda económica cuando algunos pudieron aportar y  entregar para alivianar la pesada carga de los proyectos emprendidos, don Carlos   prefirió renunciar y dejar esos pocos  dineros reunidos  en la caja común del Santuario y mostrarnos con su generosidad que debemos esforzarnos “hasta que duela”, para estar disponibles siempre allí, trabajando en el esfuerzo físico por mantener y cuidar lo “nuestro”, lo que con tanto amor hemos heredado como fieles practicantes de la fe.

            Un claro ejemplo de nobleza y entrega generosa y comprometida que nos debe servir como ejemplo para continuar nuestro peregrinar por la vida, entendiendo que nuestra mejor  opción es hacer las cosas con amor, y siempre pensando en marchar por los caminos de hacer el bien, de darse  sin límites, y donarse, y  aceptar  la voluntad divina del Padre, siempre de la mano de la Santísima Madre, para que nunca nos sintamos solos y siempre podamos sentir que estamos acompañados de la mejor de las madres, la Madre de nuestro Señor que es también nuestro hermano.

            No  será posible llenar ese espacio que nos dejan, estarán espiritualmente en cada domingo con su finura, su  servicio, voluntad y deseos de participar en la Santa Eucaristía, la mayor de nuestras fiestas, el culmen de la Vida Cristiana, y  sentiremos  que siguen con nosotros sabiendo que allá donde el destino les lleve, sus corazones viajarán por esos pequeños espacios que son las distancias, que siempre permanecen unidas donde el corazón desea, y será ese punto de encuentro el Santuario de Antofagasta, donde cuarenta años de vuestras vidas fueron un suspiro, un rápido  acontecer, un pasar  ligero y  raudo como el viento y quedaremos todos  encantados de haber compartido  estos hermosos años y sintiendo que a pesar de la ausencia momentánea seguimos unidos al mismo tronco de la familia de Antofagasta para que  nunca dejemos de amarnos, saludarnos y desearnos mutuamente los mejores regalos de la vida que son los caminos que nos muestra cada día el Señor con todo su amor  y gran Misericordia.

             Gracias a ustedes por tanto que nos dieron, por esas inolvidables mañanas de oración y encuentros, por esa cordialidad y alegría y ese servicio permanente, sin jamás oír una queja, un disgusto o una mala palabra, siempre sirviendo como buenos  cristianos, sirviendo al prójimo, con todo el sentido de lealtad, respeto, unión  e inconmensurable sentido del amor.

            Gracias Carlitos y Mónica, hermanados por María hasta el fin de la vida….Sus amigos de Antofagasta.






















FOTOS VARIAS  DE LA  MISA OFICIADA POR MONSEÑOR IGNACIO DUCASSE QUE BENDIJO              AL MATRIMONIO DE CARLOS BECERRA Y MONICA MARTIN, EN SU DESPEDIDA.

                                                      (Fotos personales y aportes de la red.)

































































                        Fotos de la red de wsp de Nelson, Alejandra, Anita Maria  y varios Despedida...