jueves, 6 de enero de 2022

Polo Pirce (Q.E.P. D.)

 


El hombre que cantaba Salmos……

                Dicen que en la hora de presentarnos al Altísimo, tendremos que obligadamente  rendir cuenta de nuestro “talentos”, otorgados por el “dueño”de la viña a nuestra custodia, y como en el  Evangelio eso está muy claramente expresado, debemos tener la suficiente capacidad para aprovechar la existencia humana y multiplicar con creces  esos talentos  a través de nuestras acciones, para así ser fieles en lo poco, para complacer y aumentar los bienes entregados por el “patrón del fundo”,  a quien deberemos obligadamente en cualquier momento,  rendirle cuentas.

                Polo Pirce, era un trabajador sencillo de la Viña. Esforzado como todo hombre proveniente del campo,  serio y bonachón, sufrido y valiente, con penas en su corazón que quizás nunca dejó de llorar, pero con el alma moldeada a golpes de yunque y martillo en las experiencias propias  de su vida haciéndola de un temple de acero inconfundible, en el que todo en él era  fortaleza, con mucho de dulces y amargos, de fortalezas y debilidades, de pobrezas y  riquezas,  de risas y también de llantos,  de recepción y entrega, de silenciosa sumisión  o  justificada altanería, sin ser soberbio,  con una  característica de ser un hombre de bien, servicial  y entregado a todo lo que fuera desarrollar su propia vida espiritual y la de su familia, siempre al alero del  Santuario de Shoensttat de Antofagasta, siendo – junto a su esposa, de esas personas que  transforman en  “signo” de toda organización religiosa y humana, en la que impregnan su propio sello y actúan como seres que atraen, acogen, aglutinan y se emplean con su forma de ser, para siempre  tener la virtud  de hermanar, de unir y de acoger, tarea que  destacaban su vida de matrimonio, junto a su amada esposa Vicky,  de la que aprendió  esa forma de servir, siendo ambos,   el equipo ideal  tan necesario para encender en las vidas interiores de las personas, el sentirse amados y acogidos, y en eso  fueron siempre   muy unidos , diría en lenguaje familiar, “compinches” y de un generoso y valioso espíritu para con todos aquellos, conocidos o desconocidos, que alguna vez se acercaban tímidos o curiosos, entusiasmados o temerosos,  buscando esa luz de paz  y  esperanzas que, en la búsqueda que cada cual experimenta, va descubriendo en lo poco , en lo sencillo, en lo que es de Dios, la Eterna riqueza.

                En eso  me sentí  - como muchos  a quienes tengo el gusto de conocer- , siempre  acogido  en esas primeros instantes que pudimos  conocer y vivir,  cuando tímidamente nos acercamos a tan desconocido lugar de oración como lo es el Santuario,  por invitación de un oficial de ejército, a enfrentar esa gran aventura de la fe,  en un lugar de acogida y transformación interior,  como lo es el Santuario, y  conociendo en esa intimidad de nuestro encuentro espiritual con el amor de la Madre María, a ese grupo particular  de hombres especiales, de toda condición, que  a oscuras caminan desde muy temprano y de diferentes puntos de la ciudad, para encontrarnos ansiosos y llenos de recogimiento  en  esa luz que nos esperaba siempre con la puerta abierta  y el Santísimo presente en nuestras primeras Madrugadas.

                Polo era el de los que formaron las primeras legiones junto a otros destacados y comprometidos varones de la familia de Shoensttat, de ese grupo de Madrugadores,  eslabón  de gran atracción varonil  para llevarnos, a los “menos” comprometidos o ignorantes de la fe, a participar y reorientar nuestras vidas espirituales  en esos grupos de  varones, que se deleitan  orando y mientras el mundo duerme y lo pájaros aun mueven sus plumajes en sus tibiezas,  la proclamación de la Palabra en medio de los amaneceres, se cubría de esa magia que solo conocen los que viven  esa experiencia personal   llamada “Madrugada”.

                Allí Polo, cantaba con el pequeño  coro que improvisábamos, conforme a la asistencia, él era como el número seguro.  Pero contando con su presencia, no era importante contar con sofisticados instrumentos o  algunas variedades musicales, que permitieran una mejor  audición y entrega de esos dones del canto para alegría del Señor y  emoción de nuestra Madre, pues  él no requería ningún  elemento  extra que no fuera el de su propia voz de tenor, cantando e improvisando  sus melodiosos y novedosos salmos.

                No recuerdo haber vivido mayores emociones, que oír cantar a Polo sus Salmos.

                Si bien poseía una bella voz que empleaba siempre con sencillez,  timidez y “hasta quitado de bulla” en los grupos corales del Santuario o en las grandes o pequeñas tareas  en que la música  debe estar presente como alimento del alma, Polo   caminaba silencioso y cansino por el medio del salón directo al ambón. Tomaba el Misal Romano, leía para sí y en silencio  los versos  correspondientes al “Salmo responsorial” del día,  y en breves segundos transformaba esos versos del Libro Sagrado, en melodía, en canción, en tonos menores o mayores, que solamente él podía  ejecutar, y después de  mínima pausa, nacían de su profunda alma, esas notas ejecutadas con un vozarrón extraordinario,  que inundaba los rincones del Santuario, desde la capillita cercana al cerro, pasando por los parques y soleados páramos  y traspasar los muros de los salones y quizás  llegar co su nota cantada  al mismo cielo o a los mares cercanos, con ese canto que era toda una dulce letanía  nacida del alma, y sin tener un rictus de esfuerzo, sin ninguna sensación de inseguridad o  titubear en su mensaje, después de la Primera Lectura,  Polo se transformaba de hombre piadoso al “hombre que cantaba  salmos”, pero no solo los cantaba, los encantaba y eran sus sonidos y notas  angelicales y llegaban y crispaban los cabellos en  ese camino de las notas que  se  metían hasta el fondo de nuestras almas.

Después de esas pausas de su canto,  una mirada serena y directa, para que  desde el banco del canto rompiéramos el silencio  en un sentido Aleluya, que nos llevaba inmediatamente a la escucha del Santo Evangelio del día.

Recuerdo  alguna de las tantas  Madrugadas compartidas, cuando Polo me regaló un “cassete” (estoy hablando de hace “mucho tiempo”) con mis primeras canciones que me acompañarían por tanos años  en la peregrinación y en nuestros encuentros quincenales de oración o en los  programados encuentros semanales, cuando esperábamos ansiosos, en algún improvisado coro,  que se presentara, como  cada domingo a cumplir su misión,  porque su voz, era la “carta segura” para quienes tocábamos guitarra en las misas, y ya  con su presencia, se aseguraba una merecida y justa alabanza al Señor de nuestras vidas.

Quizás haya muchas cosas que desconocí de Polo. Sé que  fue parte del Matrimonio Coordinador  alguna vez,  militante de la Familia de Matrimonios, permanente asistente a reuniones y  trabajos del Santuario,  donde sin duda, también lo empujaba con otro ímpetu  de gran fortaleza, la muy querida ( y por él muy amada), Vicky,  aunque muchas veces por su carácter, fuerte y dominante, claro y preciso, no fuera  aceptada por nuestras propias  falencias humanas y de  generosidad  egoísta que tenemos los humanos. Pero él estaba allí, sentado en el coro, preparando su “Salmo” ó su canto y acompañando las letras y sirviendo, siempre decidido a ser útil, siempre comprometido, generoso y sumiso para  estar atento a “multiplicar” los talentos dados a su custodia,  regalándonos  la dulzura de su canto, proclamando el amor del Señor en todas sus alabanzas.

Los próximos días estaremos extrañando su presencia en esos encuentros de Madrugadas, ya muy acostumbrados a verlo en el banco cercano, para apoyar todo lo que fuera canto, lecturas y alabanzas,  y descubrir que ya hay otro espacio vacío de los muchos que se han ido  desocupando en el Santuario, y que van enfriando las frescas mañanas de Madrugada, por esas ausencias obligadas del corto paso del hombre por la vida, y ya conformando el coro de. Madrugadores eternos junto a Mauricio, Julio, Diego, Emiliano, José , que  cada día permanecen en nuestras oraciones.

                Cuando se presente al Altísimo a rendir cuentas de sus talentos,  no solo llevará su libreta musical básica de Salmos, sino todo el Libro Sagrado de los Salmos, que logró cantar, educar y contagiar a nuestras comunidades, aumentando con esa acción, todos esos talentos, que son ya en nosotros su  gran riqueza, y el pasaje bien asegurado para entrar defiitivaente al cielo.

                Descansa en paz, apreciado y recordado Polo Pirce.

 

Antofagasta, Fiesta de Reyes, 6 de Enero de 2022.  






















6 comentarios:

Unknown dijo...

Charly, realmente extraordinario el elogio que haces de nuestro amigo Polo. Sabemos que está descansando junto a la Mater y su Hijo en el Schoenstatt eterno y a nosotros, los Madrugadores que aún quedamos, orar mucho por su familia.

Unknown dijo...

Los ángeles te han recibido en el cielo al reencuentro con el Altísimo. Hasta pronto Polito

madrugadores de copiapo dijo...

que la vasa del padre se llene de alegria al llegar su hijo. y nos de la paz a todos los MADRUGADORES que quwdaron triste por su paratida

Unknown dijo...

Has regresado a la casa del Señor Polito .Que.los ángeles te reciban con júbilo y te lleven hacía el.paraíso donde tendrás vida eterna. Hasta pronto querido Polito nos volveremos a ver
Al termino de nuestro peregrinar 🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏.aquí en la Tierra

Unknown dijo...

Polito, por ser el hombre que fuiste, nuestra Mater te tomará de la mano y te llevara a la presencia del Altísimo donde seguramente estarás feliz por toda la eternidad, te quiero amigo

Unknown dijo...

Mater, presenta ante el Altísimo a tu hijo Polo Pirce 🙏🙏🙏
Madrugadores de Santo Domingo, V Región