sábado, 4 de abril de 2015

REFLEXIÓN ANTE EL SANTÍSIMO


Señor, el madero era pesado. Tu habías tallado con tus manos tantos maderos en los talleres de José tu padre terrenal, contemplado muchas veces por los ojos dulces y serenos de tu Madre María. Esa madera trabajada con el arte de la gubia, del formón y el martillo, hicieron bancas, lechos, mesas y sillas y puertas que se abrieron generosas a la acogida de los peregrinos en las noches tormentosas….Y hoy Señor, llevas en tu hombro ese madero duro, bruto, insensible, trabajado tal vez en los calabozos del imperio por otras manos manchadas de pecado o de codicia, y tú lo abrazas con tu cuerpo, lo estrechas con humildad con tus manos que sanaron tantas heridas, lo humedeces con el sudor de tu cansancio y dolor, y nosotros, espectadores de la turba, contemplamos indiferentes tu marcha hacia al Calvario. Ese madero será en el cual clavarán tus manos y tus pies, y ese mismo madero construido con el odio y la impiedad y la indiferencia, y se transformará por los siglos de los siglos en el signo de nuestra cristiandad, y también en la llave única que nos lleve a abrir alguna vez las puertas del cielo. Ayúdanos Señor a ser fuetes y a sobrellevar con valentía las cargas de nuestras vidas, de los dolores, de la enfermedad, de la injusticia, de la burla de quienes nos hieren por ser Cristianos, danos en el camino voluntad y podamos en medio de tanta indiferencia, ser también como el Cirineo y transportar los pesados maderos de de nuestros hermanos que más sufren , de lso que sufren mayores penas y dolores, en los que son marginados y sufren las desigualdades sociales, en los egoísmos injustos que son también el acero frío de esos clavos dolorosos que son el resultado de nuestra humana condición. Perdónanos Señor, por no cambiar de lugar y ser nosotros los que merezcamos sufrir tu dolor.

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