viernes, 6 de julio de 2012

LA VERDADERA HISTORIA DE JAVIER, UN ESTIGMATIZADO COLOMBIANO, QUE SUFRE LA INJUSTICIA DE LA INDIFERENCIA…



La alegrìa de encontrar en cada Madrugada a Jesùs, en el Santuario de la Mater.

Mis queridos Hermanos Madrugadores:
(Copia de carta enviada al Intendente de la Región de Antofagasta y al Obispo de la Arquidiócesis...)
"He golpeado varias puertas, y ésta no será la última, por una exclusiva necesidad espiritual y sano afán de justicia y apoyo de orden espiritual que me dicta la conciencia del ser Cristiano, considerando además, que el caso que me preocupa, obedece a una situación de muy fácil comprensión y entendimiento y sobretodo por que me ha sido contada en detalle por Javier, a quien le creo sinceramente sus palabras y las que trataré de representar en este escrito que no tiene ninguna intención de herir, cuestionar, ofender ni menos criticar algún error que se haya producido en el camino, más que nada la intención es de aclarar situaciones que pudieran tomar una mejor decisión, para quien tuviera la gentileza de escuchar y que, al parecer, no se ha podido transparentar porque está marcado por el estigma del color y de la nacionalidad del ciudadano afectado, y la mala idea de creer que todos los extranjeros que nos visitan son delincuentes, (“todos en la misma bolsa”) o lo hacen solamente con fines negativos y malas intenciones, y que en este caso específico que narraré, no hemos podido solucionar ni menos se nos ha brindado la oportunidad de aclarar, afectando notablemente a la vida de un hombre que ha pasado, y pasa, por muy malos momentos y que, conociendo su origen, familia, situación y sano interés por trabajar, como así también su “mea” culpa en una situación que en nada lo justifica, pero que tiene una justa y clara explicación, no nos permiten en las actuales circunstancias explicar y/o aclarar, creyendo en mi conciencia que el afectado ha obrado con honradez y absoluta verdad cayendo también en un error, producto de una desesperada situación. Esto hace que se nos encuentre con nuestras voces en silencio y “clamando en el desierto”, sin que nadie nos pueda ayudar a solucionar a través de lo mínimo que merece un hombre, una justa oportunidad, y con ello, al menos mitigar el sufrimiento, porque nadie ha querido escuchar la “otra parte”, por temor a involucrarse, afectando sus propios intereses o personales ideas, siguiendo la corriente contemporánea de la indiferencia del mundo de hoy por los que más necesitan, negando las confianzas a las personas, sobretodo en las dificultades de la existencia. No puedo dejar de excluir y dejar aparte, como un paralelo que corresponde a la justicia y a la ley, definir quienes son los que van por el camino correcto y quienes han afectado también con su mal proceder a las confianzas del país, participando de bandas delictuales y trayendo culturas de la muerte a nuestro entorno, lo cual también es reprochable.

En el caso de lo que compete a Javier Solis, estamos pidiendo una oportunidad por razones exclusivas de humanidad, por que podemos dar fe de su comportamiento y de su honradez. En esta carrera de indiferencias, siempre será más fácil dar la espalda y no entrometerse, para no comprometerse, más aún si el que clama, es un hombre que no tiene recursos, que lucha por vivir y que claramente integra el grupo humano de los que no tienen voz, por no tener recursos, por actuar con la verdad y reconociendo su error, no prestarse para mentir.
Debo aclarar que nunca se espera, y porque la ética no lo permite, saltar la ley con estas honradas solicitudes, pero las relaciones humanas funcionan a base de comunicaciones, conocimiento e información. Sigue siendo esta última, el mejor referente para emitir juicio valórico de toda situación o acontecimiento. Los chilenos conocemos muy bien el “mal de los ratones”, por que en este sencillo ejemplo reconocemos que sabiendo del que uno u otro ratón se comen el queso, involucramos injustamente a toda la especie. También se me viene a la memoria ese viejo cuento del lobo que se comía los venados para su alimentación. Su mal proceder, permitió que se orquestara toda una campaña contra el “lobo malo” lo que hizo que cazadores humanos, (siempre los humanos), se ensañaran con la especie, y al eliminar al depredador, se “salvó” la existencia de esa especie. Fue tanta la sobre población de venados que creció después del exterminio de los lobos que, a la larga, el pasto o forraje de los prados de la cadena alimenticia, se hizo poco, tanto fue el exterminio de èste, que pronto se extinguieron y secaron los campos y pastizales y también comenzó a desaparecer por inanición los venados. Ni lobos, ni pastizales ni venados subsistieron donde hoy el paisaje frondoso de antaño, se ha transformado e un inhóspito desierto. Es decir, como siempre, los “justos pagan por los pecadores”.
He creído en la inocencia de hombre iluso y de sano espíritu, que alguien pueda escucharnos o interesarse por este dolor que si bien es ajeno, se hace carne en el sentimiento que hay de por medio una situación de clara injusticia, y allí se me viene a la memoria las Bienaventuranzas: “Bienaventurados los que tienen sed de justicia…” y a la luz de lo expresado permitiría emitir una opinión imparcial a la luz de la verdad, con la convicción de permanecer en la paz y tranquilidad que para resolver una situación por cierto difícil y compleja, que amerita mayor investigación, se pueda contar con elementos suficientes que permitan con transparencia, sin influencias lapidarias negativas, bajo un justo equilibrio de la balanza, una sanción justa, pero midiendo también los atenuantes que corresponden por un claro sentido de humanidad ya expresado, por que aún en la pesada, ciega y fría ley, siempre debe prevalecer el sentido de que no hemos dejado en esta tierra de ser humanos, y que en este caso específico nadie se toma el tiempo de reflexionar y por que el caso es “uno más de tantos”, nadie se tomará la molestia de considerar. Muchas veces las decisiones fundamentales para la vida de un hombre se desarrollan en la soledad de una oficina, sin todos los elementos que corresponde y humanamente y comprensiblemente, se cometen errores. Cuando hay una justa decisión, se otorga tranquilidad al alma, incluso al culpable, la misma que clama hoy por la posibilidad de que alguien pueda “oír” la verdadera historia de Javier, la que dice relación con las circunstancias que vivió el afectado y que le llevaron en su desesperación a infringir la ley, y al cual no se le ha dado la oportunidad de expresarse, como signo mínimo de respeto, por sus propios derechos humanos, lo que permitiría contar su propia verdad, salvo una declaración en la PDI, que también trajo mucho daño colateral, al haberle tomado una fotografía después de una entrevista y haberla difundido a los medios de prensa, informando una falsa noticia de que el ciudadano “había sido detenido” en la Plaza Colón, cuando me consta personalmente y otro testigo ocular, porque le acompañamos en forma voluntaria a denunciarse creyendo que el camino correcto le permitiría un mejor juicio y decisión. Esto hizo mucho daño frente a los ojos de la sociedad. (¿Quién miente en esa nota, el periodista que llamó por teléfono y que dijo que lo ayudaría en su caso, o estuvo mal el procedimiento de quien entregó esa fotografía tomada al interior del cuartel a los medios de prensa, señalando una “detención”?) No emito juicio por el legítimo celo profesional de los funcionarios, de tantas experiencias en estas circunstancias y que involuntariamente pudieran haber provocado este daño.

“Solo la verdad os hará libre”, y ese hecho permitirá, al fin de cuentas, conocer la versión real del por qué de la complicada situación que enfrenta Javier, y que por cierto es tremendamente injusta a la luz de la desgracia de ser víctima y no victimario, sin desconocer que hay una situación legal de por medio que tampoco podemos soslayar ni evitar por que entonces tampoco seríamos justos.

Bastaría una breve audiencia para escuchar y después de ello, discernir en la conciencia y decidir a través de una justo equilibrio, los “pro” y “contras”, de agravantes y atenuantes, para tomar una justa decisión, verificando que el resultado no sea favorable ni desfavorable, sino justo, pero con los elementos de análisis correctos.

Nunca podrá haber justicia, en cualquier situación de la vida, si no se tienen los elementos al alcance de quien decide con el alma y la conciencia y golpea el mesón con un martillo en un acto de clara decisión, tomada a la luz de los antecedentes y en el que el afectado tenga el derecho a su defensa.

Hablar con quien sufre, es una gran oportunidad para poder, mirándole cara a cara y a los ojos, descubrir su sinceridad, honestidad, y también el rictus doloroso del arrepentimiento de un error, porque nadie, absolutamente nadie quiere ni ha querido hoy escuchar a este prójimo que sufre y nadie, absolutamente nadie, quiere creer en ese mismo prójimo, porque la sociedad marcha por un camino de desconfianzas, prejuicios, y de estigmas que se contraponen con los principios cristianos y derechos de la personas, y sobretodo que empujan a decisiones que no cuentan con la debida y verdadera información, ni con los elementos de juicio o conocimiento de causa necesarios y sobretodo en circunstancias que, por increíbles que parezcan, obedecen a la verdad, solamente a la verdad y nada más que la verdad y que nadie quiere, por compromiso, dudas, o tener cosas más importantes que atender, enfrentar y cuya única solución, pasa por la sola voluntad de querer escuchar.

Hay varias situaciones de por medio que se han desarrollado en forma no muy claras. Ese alguien, en la interminable cadena de acontecimientos, no ha hecho bien su pega, porque los hechos que le narraré a continuación, sin excluir de culpa al propio afectado, tienen un atenuante, producto de la desesperación, desinteligencia, inmadurez, y hasta temor, y en eso hasta los organismos profesionales que deben tomar cartas en el asunto, han cometido errores y han enlodado una situación que no es tan así como parece.

En resumen, mi apreciado señor o señora, se trata de un hombre estigmatizado por los medios de comunicación e influenciado por los mismos, y que, a la luz de los hechos, no dicen objetivamente la verdad.

Javier Solís Cardona, es un ciudadano colombiano que, al igual que la mayoría de los inmigrantes, ha optado por una mejor calidad de vida, buscando en Chile nuevas oportunidades, contando con un familiar directo y amigos en Antofagasta. Conociendo la complicada y difícil situación de su propio país, Colombia, Javier busca, con su honesto trabajo y voluntad, una mejor oportunidad para desarrollarse profesionalmente en el ejercicio de su humilde oficio de técnico soldador, poniendo al servicio de la sociedad y empresas chilenas sus capacidades, dada la alta demanda de mano de obra calificada para, junto con entregar su trabajo, buscar las oportunidades que en la vida se requiere para crecer, progresar, intentar luchar por el bienestar de una familia, con hijos y esposa, que esperan ansiosos el desenlace de esta situación en ese lejano municipio colombiano, llamado en Palmira, Provincia del Departamento “Valle del Cauca”, acogiéndose hoy a las bondades y exigencias de este hermoso país llamado Chile, que sigue siendo un “jardín del edén”, donde si bien no todo es fácil, porque todo emprendimiento ofrece dificultades, es posible crecer y aprovechar las buenas oportunidades de trabajo, desarrollo y progreso que todo ciudadano honesto busca con esperanza e ilusión, pero que se ve trunca por una actitud que cierra las puertas definitivamente a un sueño de vivir y ponerse al servicio de nuestra sociedad, como es el caso de Javier.

El joven Solís, venía a Chile, inicialmente en calidad de turista para conocer las bondades del país, (y también con la legítima intención de establecerse) invitado por su cuñado, Angel Miro Sánchez Caicedo considerando que éste mantiene una situación legal y cuenta con un trabajo estable en la ciudad, bien catalogado por sus jefes por su alto sentido de la responsabilidad y entrega en sus tareas. Este familiar es el hermano de la esposa de Javier, Ana Lucía Sánchez Caicedo, que se encuentra en Palmira, Colombia junto a las hijas de ambos, Liseth Tatiana Solís Sánchez y María Camila Solís Sánchez, desempeñándose la Sra. Ana en Colombia como “Conserje” de la Diócesis de Palmira, al servicio de Monseñor Edgard de Jesús Garcia Gil, actual Obispo de Palmira, (quien puede dar fe del matrimonio y honestidad de Javier) y donde Javier participa activamente de las actividades de la Iglesia Católica como parte del Movimiento de Cursillos de Cristiandad, lo que puede ser avalado por el propio Presidente y coordinador de la Zona de Palmira de Cursillos, Sr. Antonio José Cárdenas Garcia, Cédula Nº 16.274.728, con teléfono 2746285 y celular 315554208, quien ha extendido un certificado como referencia y cuya fotocopia obra en mi poder.

Javier, al venir a Chile, lo hacía con el sueño propio de todo ser humano. Traía los recursos económicos que la ley exige para el ingreso al país, su pasaporte, y documentación en regla y la voluntad y esperanza de todo ciudadano dispuesto a compartir con parte de su familia, y conocer a personas con quienes les unen sentimientos religiosos católicos comunes, quienes hemos comprobado fehacientemente las virtudes humanas de este joven, y el sincero deseo de trabajar y servir a la comunidad y a su propia familia, trayendo un bagaje de voluntad, cariño y deseos de servir a Chile como todo extranjero que se aventura a buscar un mejor mundo, escapando un poco a la falta de oportunidades de su propio país donde por más que desee crecer y progresar, no tiene esa posibilidad. El mundo esta lleno de ejemplos de inmigrantes que salieron de sus rudas fronteras para buscar mejores oportunidades y son cientos los que han ayudado al progreso de otros países, y nuestra ciudad también le debe mucho a esos emprendedores extranjeros que formaron colonias de ciudadanos residentes y aportaron contrabajo e inteligencia a nuestro desarrollo.

Mirando el mapa de Sudamérica, podrá usted comprender el inmenso valor de este joven padre y esposo, al cruzar las extensas fronteras desde su patria Colombia, cruzando miles de kilómetros para atravesar todo Ecuador, Perú y Bolivia, siempre con la esperanza de llegar a su lugar de destino: Chile, donde estaba esa luz de esperanzas con la cual podría inicialmente conocer, disfrutar y la oportunidad de luchar con mejores herramientas para un futuro de mejor condición para su vida, cumplido el proceso de su paso en calidad de turista.

Al llegar a Perú, en la frontera con Chile, Javier nos cuenta que sufrió una situación que es posible catalogar de clara discriminación, por cuanto presentó sus documentos en la “Aduana de Tacna” y su respectiva “bolsa de viaje” para ingresar legalmente a Chile, lo que le fue negado y decidido con un espíritu xenofóbico por una funcionaria femenina de la PDI en Tacna, hecho de fácil comprobación, bastando verificar la fecha y hora del hecho, la que además, no conforme con su arbitraria decisión, le increpó algunas palabras, propias del estigma que marca a los muchachos de color como: “colombiano como todos”, “vienen a puro robar”, “devuélvete a tu país”, situación narrada en varias ocasiones por el propio Javier, en circunstancias que contaba con los recursos necesarios y legales. Ante esta actitud claramente excluyente por su color y raza, Javier intentó en una segunda oportunidad, volviendo en el turno de la tarde del mismo día al mismo paso fronterizo, Tacna, donde seguramente, ya registrado en el sistema, nuevamente se le negó su ingreso. (Nota: Por este hecho consta que desde Bolivia, específicamente en La Paz, el sacerdote que le tendió la mano en su desgracia, Presbítero Luis Mario Videla, al servicio de ACNUR y Pastoral de Movilidad formuló un reclamo formal al Ministerio de RR.EE. de Chile, por discriminación a ciudadano colombiano), cuya copia se encuentra en proceso de trámite.

Bajo esta anormal situación y viendo la negativa de carácter personal e ilegal, de la funcionaria (os) del paso fronterizo de Tacna (Perú), Javier se dirigió a intentar una nueva oportunidad, ingresando a Bolivia por la frontera peruana, en un paso fronterizo llamado “Desaguadero”, donde nuevamente las entidades migratorias de Perú y Bolivia, constatan su legalidad en documentos y avalan su bolsa de viaje para que continúe en su proyecto de viaje a Chile, truncado injustamente en la frontera de Tacna.

En ese punto, Desaguadero, a Javier le exigen en la aduana “mostrar” la bolsa de viaje, cosa que lo vulnera frente a la gran cantidad de “piratas terrestres” que operan y abundan en la zona (llamados también cogoteros) y que acostumbran asaltar a extranjeros. En ese punto, Javier aborda un bus en dirección a La Paz. Alli suben dos varones y una dama, que pronto Javier nunca más olvidaría. En el desplazamiento a La Paz, cayendo la noche, en un lugar llamado Altos de La Paz, el chofer, detuvo abruptamente su máquina, señalándole que estaba cerca del terminal de buses, bajándose con sus pocos enseres y junto a él la mujer y los dos hombres. Una vez bajados del bus, el chofer partió aceleradamente del lugar y en el escenario oscuro de la noche llegó un taxi, cuyo chofer se identificó como Policía, procediendo a encañonar a Javier, quitándole sus enseres y el dinero, siendo asaltado en ese lugar, y quedando en el más absoluto abandono, considerando que ya era noche en La Paz.

En tales circunstancias Javier recurre desesperado a solicitar ayuda en una farmacia, donde el dueño o administrador, de nombre Àngel Blanco, escuchó con natural recelo y desconfianza su versión, pero por ser éste un miembro activo de la Iglesia, decide creer y ayudarle y con un gesto de generosidad, junto a su esposa, lo llevan a comer y le pagan una pensión para dormir esa noche y le dan dinero para que se dirija a las autoridades al día siguiente, para estampar la denuncia (Policía Turística de Bolivia.)

Una vez dado cuenta de este hecho a la Policía, se le extendió un documento que certifica la veracidad de estos hechos, y le aconsejan asesorarse en el Consulado Colombiano ubicado en La Paz, donde la autoridad no hizo nada, derivándolo a ACNUR, como organismo de ayuda humanitaria, por cuanto expresa que "no tiene “nada que ver” y no “cuentan con recursos para ayudarlo a volver a su país”, dado que la situación ahora se torna grave por no contar con los recursos que la ley exige.

De esta forma Javier, se dirige a ACNUR, donde el R.P. Mario Videla (más arriba señalado), le acoge y le ayuda con la Pastoral de Movilidad Humana en Bolivia, otorgándole momentáneamente, alojamiento y comida por un espacio de tres semanas, mientras trata de solucionar su situación, cosa que le resulta difícil por no decir imposible. En el intertanto llama su cuñado en Antofagasta, y le cuenta su desgracia, quien lamenta profundamente no poder ayudarlo económicamente en el momento, dado que parte de lo que llevaba como bolsa de viaje eran de sus propios ahorros.

Por esos días Javier se dirige al Consulado de Chile en Bolivia donde le cuenta los detalles narrados hasta acá al Sr. Cónsul, Don José Miguel Concha, donde nuevamente verifica sus documentos y apoya su ingreso a Chile, extendiendo una Constancia escrita, que avala el robo sufrido, y aconsejándole que la única oportunidad sería tener una carta de invitación o un Contrato de trabajo en Chile, y con ello buscar una nueva oportunidad para ingresar al país, puesto que Javier no contaba ni conocía de la cultura boliviana creyendo sanamente que era más fácil continuar hacia Chile para recibir ayuda de sus familiares y amigos, que devolverse por tres naciones, a un alto costo económico, y además porque estaba muy afectado por el traumático robo, puesto que según Policía Turística, estos piratas “casi siempre”, después de cometer sus plagios o robos, “matan a sus víctimas”, así que Javier, tuvo la suerte de permanecer con vida, a lo que el padre Mario Videla en carácter de presbítero y servidor humanitario ve este punto como un consecuente de la discriminación racial que se tiene no solamente con las personas colombianas sino que también con los ecuatorianos, peruanos y bolivianos, a quienes se les cataloga de indios o ladrones o estafadores, sin ver mas allá la persona humana, dándonos cuenta que la sociedad necesita de un espíritu de mayor solidaridad y bondad con los que sufren.

Es de aclarar que esta situación traumática no la vive solo, sino que también su esposa, hijas y familiares, ante la impotencia de no poder ayudarlo. También sufren al no contar con dinero en este momento, recurriendo a muchos amigos, pero todas las posibilidades se cierran por no tener las certezas de contar con una sólida situación que permita pensar que éste dinero facilitado será devuelto.
La Pastoral de Movilidad humana, ya con la constancia y el aval del Sr Cónsul, chileno en Bolivia, decide ayudarlo comprándole el pasaje de La Paz a Arica, en autobús para que Javier, una vez ya verificado de nuevo sus documentos personales que lo acreditan como persona de bien y de iglesia y de la situación del drama que vive su familia, continúe con su proyecto de viaje a Chile.
En Chacalluta, al mostrar nuevamente sus documentos ya sin la bolsa de viaje, pero avalado por las cartas y documentos que permiten hacer ver que el ciudadano ha sufrido un asalto, nuevamente se le niega el paso, devolviéndolo, sin contar con recursos, nuevamente a La Paz, donde nuevamente es recibido por la Pastoral, (Casa del Migrante).
Dos semanas transcurren en ese lugar donde Javier, colabora al R.P. en actividades de una obra en construcción, para poder juntar algo de dinero e intentar nuevamente ingresar a Chile, nuevamente porque volver a su tierra era de mayor gasto económico y porque esa larga distancia, atentaba contra su propia integridad. Debía recorrer nuevamente tres naciones, pero sin recursos, ni siquiera la posibilidad de transporte.

Pasado el tiempo y reunido el dinero para su pasaje a Chile, más una carta de invitación remitida desde Chile, para ayudarle a su ingreso, decide pasar por la frontera de Colchane en un cuarto intento, donde nuevamente es asediado y rechazado, por la ausencia de recursos y por su estigma y color, y por dudosa creencia en la veracidad de los documentos que portaba. En esa ocasión nuevamente se le niega el paso, diciéndole que: ¿Qué vas a hacer a Chile si no tienes dinero? ¿Vas a ser dependiente de nuestra economía? No obstante, Javier resalta en esa ocasión, que como profesional en su campo, difícilmente iba a ser una carga al Estado de Chile, más bien iba a aportar su profesión y mano de obra calificada, que es lo que se necesita actualmente en la economía emergente.

Nuevamente es rechazado. En este punto la figura cambia. Aquí se hace legal el rechazo de ingreso por no contar con la bolsa de viaje y porque los funcionarios cumplen cabalmente la ley, no así el caso de Tacna que es necesario revisar e investigar.

Sin duda que el personal de fronteras no puede conocer ni desarrollar su trabajo por intenciones, hay muchos que utilizan la bondad como herramientas para delinquir o traficar. Se debe poseer carácter y no es posible leer el alma ni las situaciones e intenciones, porque su función está claramente definida por la Ley, y en eso debemos tener también claridad y sobretodo comprensión de quienes cumplen en esa otra acera, su deber. Entonces Javier conversa con los agentes de la respectiva Aduana donde, por razones lógicas y entendibles, sin juzgar la actitud tomada de desconfianza y maltrato de palabra, considerando el aumento de extranjeros sin plata, delincuentes y/o traficantes que sí entran a Chile con los papeles en regla o en forma furtiva, sin tener por ello que medir las “buenas intenciones”, le fue rechazada su petición y al mismo tiempo negada la oportunidad…De eso hay una insistencia de dos veces sobre esta misma solicitud y una respuesta negativa comprensible.(A propósito: ¿Cómo es posible? Dice Amado Gómez Pablos cuando habla y recuerda a través de la radio “El Conquistador” el caso de Gabriela, la que por tener rasgos indígenas fue injustamente detenida en el bullado caso de la muerte de su hijo y que contó con el indulto presidencial y que todos bien hoy conocen.)

De vuelta a los inicios.
Javier es un hombre de fe, no un santo. Es solamente un hombre como todos, que pone sus esperanzas en un Dios uno y trino, y que no se avergüenza de reconocer y alabar en todo instante, dejando a la Divina Providencia la solución a sus problemas. No oculta ningún pasado que lo haga temer, puesto que actúa de buena fe, un hombre de oración, que permanentemente ora con un sentimiento de profunda convicción que sus peticiones las recibe Dios.
“Sólo Dios sabrá de mi destino”, y sonríe con esa alegría que resalta sus blancos dientes, y dibuja dos negros orificios en ese rostro de mestizo, pero que más allá de su estigmatizado color y acento, muestran en su oscura mirada, la verdad y la ansiedad de que habrá una opción humanitaria para su difícil caso. El alma también cuenta, y nada de lo que hoy vive, habría sucedido si se le hubiese dejado cumplir con la legalidad de su planificado viaje en la frontera de Tacna. Hay una situación allí que requiere investigación, pero afecta a quienes cumplen ese rol en nuestra sociedad y debemos creer, con esa misma fe de Javier, que puede ser comprobado en honor a la verdad y la transparencia, y que por ser de claro sentido xenofóbico, es parte de una cultura que debe cambiar, sin juzgar al o la funcionaria, es un tema de educación.

Después de esa nueva negativa, Javier, en la misma situación de abandono sin ropa, sin dinero, sin nada que lo pudiera apegar a nada material en esta vida, nuevamente recibe la ayuda de la iglesia.

En un último intento, Javier aborda un bus, sin medios económicos y rosario en mano entregado a la voluntad divina. Por esas cosas que se comprenden a la luz de la fe y por que en esos momentos en la aduana se practicaba un procedimiento de control exhaustivo a unos camiones, el bus fue medianamente controlado, quedando Javier al interior, y pasando la frontera sin mayores problemas, cometiendo una falta grave de la cual por supuesto esta arrepentido y que lo hizo por que estaba desesperado y la única esperanza era encontrar solución acá en Chile para reunir recursos y volver a su tierra.

Javier se acercó a la Iglesia, portando un documento firmado por el Presidente del Movimiento Católico Mundial de Cursillos de Cristiandad de su ciudad, encontrando en nuestra hermandad católica una oportunidad de ayuda de su desgraciada situación, acogiéndolo y ayudándole económicamente y hasta incluso dotándole de ropa, por haber perdido todo sus enseres en el robo, haciendo lo mismo sus familiares que mantienen su situación estable. A partir de ese instante, y después de haber visitado la iglesia catedral, Javier se entregó a la voluntad de Dios, expresando en muchas oportunidades que no deseaba utilizar su instancia de ser hombre de Iglesia, como un instrumento para su propia ayuda e influencia, sino que, siendo un hombre de fe, orar conciente y fehacientemente con una fortaleza y fe, ejemplares para que se haga la “Santa voluntad del Señor”.

Por expresa opinión del suscrito y de quienes le hemos apoyado en su estadía, y conociendo de la eficiencia, bondad, honradez y espíritu de trabajo de Javier que al igual que aquellos extranjeros que vienen en gran porcentaje a trabajar y producir honestamente y los menos a delinquir, le dimos el mejor consejo que puede recibir un joven en ese estado de desorientación, y le acompañamos personalmente a la PDI de Antofagasta para que dejara constancia de su situación irregular y pudiera, a través de los canales establecidos ser escuchado para regularizar su condición, concientes que había una falta de por medio, por cierto involuntaria, la que tal vez podría ameritar una sanción pecuniaria o menor, y de la cual, quienes hemos estado al lado de este hermano caído, estamos dispuestos a asumir y colaborar.

Lamentablemente, el estigma que marca a los extranjeros que delinquen en nuestra ciudad, por desgracia la mayoría colombianos, y que en verdad ofenden el honor de lo buenos ciudadanos, sumado a ello el natural celo profesional de los funcionarios, que cumplen su deber, no fue de mucha comprensión y/o grata acogida la presencia del “ilegal” en el cuartel, siendo sometido a una entrevista en la que explicó los hechos en detalle, debiendo firmar esa declaración, (de la cual no hay copia a pesar de haberla solicitado se le ha negado) para ser dejado en libertad para volver a firmar cada lunes, mientras se resuelve su situación, sin antes tomarle una foto y establecer en un documento escrito (Folio 31749), que el ciudadano “esta sometido a control policial por ser infractor al Decreto Supremo Nº 597….”

No voy a referirme a materias que pudieran lesionar el trabajo que la inmensa mayoría de los funcionarios de la PDI desarrollan con sincero espíritu de servicio porque conociendo la honorabilidad de las personas que lo hacen con profesionalismo y vocación, estaría emitiendo una opinión perjudicial a una noble Institución de la República. Sin embargo, he podido darme cuenta que falta mucha formación y educación en el trato a las personas, y para cualquier actividad profesional que se desarrolle en el ejercicio de una función pública, se debe hacer con espíritu imparcial, sin dejar que en la acción de los funcionarios, reluzcan sentimientos fóbicos, prejuicios o estigmas, marcados en sus personales experiencias anteriores, dejando el carácter y opinión personal, por el Institucional, siendo transparentes, objetivos y verdaderamente imparciales, por que no todos los extranjeros son malos, y si así lo fueran, también tienen derechos, siendo muy entendible las reacciones de esta naturaleza sobretodo con aquellos que a diario deben lidiar con jóvenes que están sumidos en el delito y a los cuales se les debe mostrar una carácter fuerte, pero dentro del marco de la ley…)

Resultado de lo anterior se realizó una entrevista, pero no se conoció la opinión personal del funcionario con respecto a la misma, debiendo partir ese informe a la Gobernación de Antofagasta, sin derecho a consulta ni siquiera a verificar el texto de la misma lo que al parecer es un error de procedimiento, por que en toda circunstancia uno debe saber cual es el tenor con el cual se opina o se “prejuzga”. En todo caso hubo deferencia del personal policial.

La entrevista, se selló con la toma de una fotografía al interior del cuartel de la PDI, siendo esa misma foto entregada posteriormente a los medios de prensa con fines comunicacionales y publicada al otro día en distintos medios, estigmatizando con ello los derechos fundamentales de defensa del “colombiano”. ¿Por qué esa foto que es tomada en el cuartel como medio de archivo o de identificación puede salir a la luz pública y con una nota de un periodista que, sin haber estado allí presente, puede libremente “opinar” sin conocer la realidad de la situación? Esa foto, fue entregada por un miembro de la policía, pero la nota no es toda la verdad. Javier no fue detenido, fue voluntario a presentarse a la Policía. Soy testigo de la concurrencia del ciudadano por que yo mismo le aconsejé actuar en forma correcta, conciente de la falta y conciente del eventual castigo, yo y otro ciudadano le acompañamos. Nunca fue detenido por a PDI como dice la nota de la prensa que sí es creíble por el público lector.

Tenemos muestras suficientes de la honradez, de la sana voluntad, conocemos a la familia de Javier, hemos escrito al Sacerdote de Palmira que le conoce y que puede dar fe de su honorabilidad y que es un hombre de bien. Su esposa trabaja en casa del Obispo de esa ciudad y puede también, en su calidad de autoridad moral, dar una opinión favorable a la personalidad e intenciones de Javier.

Tal es así que un grupo de personas católicas y en especial una distinguida familia de Antofagasta que le ha acogido como verdadero hijo, se le ha brindado alojamiento, alimentación alguna ayuda económica menor y podemos dar fe sincera de su honestidad. ¿Por qué marcamos a las personas por su color y raza y por ser extranjero? En el corazón de Javier hay valores que lo distinguen como ciudadano deseoso de servir, de crecer y de aportar al propio desarrollo de nuestro país con un humilde oficio, soldador, y se encuentra en ese proceso de desesperada espera, una vez que se dicten los castigos que su falta amerita, pero que deben ser enmarcados en un acto de justicia imparcial y verdadera.

Nada de lo expresado lo hace libre de la falta cometida, la falta en sí existe y es por eso que hemos querido buscar una solución sana y sabia. Autodenunciarse para que haya conocimiento de su situación irregular.

Nos encontramos a la espera de la Resolución o Decreto, la que suponemos dispondrá dramáticamente la expulsión del país de Javier, sin derecho a su propia defensa, con un agravante mayor que le prohíbe ingresar nuevamente por los caminos legales, lo cual resulta tremendamente injusto y discriminatorio. Javier no es delincuente, no es criminal no ha robado a nadie, y su acción sin ser justificable, fue en una situación de shock, de desesperación, la misma que experimenta el hombre que cae del navío en la tormenta en alta mar y se aferra desesperadamente al único madero que flota cerca suyo, al cual se sostiene como única esperanza de vida, arrastrado por la corriente, y eso también requiere de un calculado valor.

Sería justo escuchar la opinión y auto defensa de Javier y asumir con posterioridad a ello, la decisión judicial del abogado que dicta las sentencias y que no ha tenido todos los elementos de juicio para su decisión.

No sabemos si Javier tendrá una nueva oportunidad nuevamente, la sentencia, decreto o resolución al parecer ya está tomada. Recurrir a un abogado significa plata, dinero que el cual no cuenta, pero aún es tiempo de oírle, de escucharle, de creer que Chile sigue siendo el país de las oportunidades, de la bondad, de los valores, donde “verás como quieren en Chile, al amigo cuando es forastero”. La sanción que pueda recibir, es inevitable, pero puede aminorarse el tiempo de castigo o de prohibición de ingreso, a la luz de los reales antecedentes y al mismo tiempo brindar una nueva oportunidad de ingreso al país a este ciudadano al cual, un grupo de personas ligadas a la iglesia ayudará cuando la oportunidad así lo requiera, cancelándole los pasajes, estadía y otorgándole la dignidad y esperanza de que éste es un país de oportunidades, que quiere a los extranjeros buenos y que la cultura del estigma, del prejuicio racial, de la discriminación, esta siendo poco a poco erradicada de las almas de los que son funcionarios del estado y que imponen su sentimiento personal en las circunstancias que deben resolver, dejando de lado la imparcialidad y lo que en justicia corresponde.

Los grandes luchadores de la justicia de la vida, lo han hecho con dolor, con persecución con muerte, es siempre más fácil callar que defender, es más fácil hacer la vista gorda que enfrentar la verdad."


"Martin Luther King decia:"

“No me duelen los actos de la gente mala, me duele la indiferencia de la gente buena.”



Siempre sonriente,  Javier Solis, al lado de nuestro joven "Madrugador" Rodrigo (con la guitarra)  y los nuevos madrugadores  Rodrigo de la Fuerza Aèrea,(a la derecha de nuestro capellán Hugo Cuevas y del Ejèrcito de Chile, Paulo a la izquierda del capellán.


Corolario:
Acompañamos a Javier en todo instante junto a la familia de Àngel y Margarita, padres de un joven Madrugador Ismar, que ha estado ausente por problemas laborales.
Nuestro amigo Javier fue expulsado del paìs en cumplimiento a un Decreto de la Intendencia. Fue dejado en la frontera de Tacna, por la PDI de Antofagasta, fue tratado con dignidad y respeto. Preocupados de su integridad hicimos contactos en Yacna con nuestra Iglesia Catòlica en la Casa Cristo Rey, (Padre Emilio) quienes le esperaron para ayudarlo. Sin embargo no fue necesario por que ayer viernes, Javier se embarcò en un bus Cruz del Sur rumbo a Lima. De su sentencia, aún puede apelar desde Colombia, aun cuando allá tendrà que buscar soluciones econòmicas para la subsistencia de èl y su familia. Ojala podamos ayudarlo, económicamente y espiritualmente una vez que  se tramiten las apelaciones necesarias desde Colombia, para que pueda retornar a Chile, donde sabemos que serà un gran aporte al trabajo y sobretodo a mejorar la espiritualidad del hombre que vive convencido de que el seguir a Cristo, nos hace mejores.
En los instantes que escribo el transporte aún se desplaza rumbo a Lima, donde abordarà un nuevo bus que lo llevarà, pasando por Ecuador, a su convulsionado país, donde no hay muchas esperanzas de crecimiento. Oremos por nuestro amigo y hermano para que Dios y su Mater lo acompañen en este nuevo reinicio que se compensarà en alegrìa por el reencuentro con su esposa e hijas, pero dejando el corazòn y sus proyectos de vida en este lejano y amado Chile, que lo esperarà ansioso siempre y cuando hagamos algo por un justo retorno.
Un abrazo en Maria Santísima.



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