Madre María:
Por eso que en el anochecer de este último día previo
a la celebración de la solemnidad de “Inmaculada
Concepción”, con espíritu humilde y sincero, tus hijos, peregrinos y devotos, desean agradecerte la oportunidad que nos
diste de compartir todas estas
semanas, (algunos días con
justificadas ausencias), con tanta
gente linda que permaneció “fiel en lo
poco”, y con gran esfuerzo, asistiendo con
entusiasmo y sacrificio, para estar muy
cerca tuyo, y seguir en ese intento de cambiar el alma, buscando siempre el ser
mejores, aprendiendo de tu humildad y tu
silencio, haciéndonos sentir que
a pesar de nuestras debilidades humanas en las que tampoco estamos exentos de egoísmos y cómodas debilidades,
hicimos lo necesario a nuestro alcance
para estar allí “postrados” a tus pies, reconociendo
nuestra débil pequeñez, frente a tu
dulce mirada, que nos regala siempre paz, y aumenta nuestros deseos de aprender de Ti, para descubrir, esos caminos que nos llevan al feliz encuentro con tu amado hijo Jesús.
Gracias por tanto Madre querida.
Nos vamos contentos pero nostálgicos; tristes,
pero también alegres, pues hemos logrado con esas oraciones y tu cercanía,
vivir la magia de sentirnos hermanados, valorando a quienes también concurrieron a hacerte
compañía en una comunidad viva de amor, donde cada cual quiso poner lo mejor de
sí y vivir en plenitud este “Mes consagrado a Tu Gloria”, lo cual nos unió y
nos mantendrá siempre dispuestos a seguir fortaleciendo nuestra fe y unidos
también en diaria oración por los que no pudieron asistir, pero que
mantuvieron el firme propósito de estar
conectados espiritualmente con ese lugar, donde cada día las puertas del cielo se abrieron y que permanecerán así todo el tiempo, para
todos los que deseen cruzar ese umbral y
acercarse definitivamente a recibir las
Gracias espirituales de la acogida, la transformación interior y, finalmente,
lo que viviremos desde hoy, nuestro propio envío apostólico a los lugares que cada cual vive, y que comienzan s siempre desde el seno de nuestras
propias familias.
Gracias nuevamente por tanto Madre amada, a quien
veneramos con cariño y queremos sentirnos siempre acogidos en tu maternal
regazo, junto a Tu Hijo Jesús.
Tus Peregrinos y Misioneros.
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