domingo, 3 de mayo de 2015

CAPITAL DE GRACIAS


"No tengo otras manos que las tuyas". En una Iglesia alemana, devastada por la guerra y varios bombardeos, se ve el cuerpo de un Cristo crucificado al cual se le quemaron los brazos. Sobre el madero desnudo se ve inscrita la siguiente frase: "No tengo otras manos que las tuyas". La misma frase se oye en boca de la Virgen, permanentemente desde nuestro Santuario: "No tengo otras manos que las tuyas para hacer vivo el Reino de mi Hijo entre Uds." Schoenstatt vive de lo que llamamos las "contribuciones al capital de gracias". La alianza de amor con María posee una modalidad propia que el Padre Kentenich acuñó en la expresión: "Nada sin ti, nada sin nosotros". Ese "nada sin nosotros" indica justamente nuestra participación en la Alianza. Entonces el capital de gracias es nuestra colaboración con María, es colocar en sus manos los méritos de nuestras oraciones, de nuestras buenas acciones y de nuestros sacrificios, para que Ella se establezca en el santuario y desde allí atraiga y eduque a muchos como apóstoles del Señor y constructores de una nueva sociedad. Es entregar todo lo que concretamente hacemos para vivir efectivamente como cristianos. Esto está expresado la oración de ofrecimiento que se reza en la "Consagración Matutina" del "Hacia el Padre": "Cuanto llevo conmigo, lo que soporto, lo que hablo y lo que arriesgo, lo que pienso y lo que amo, los méritos que obtengo, lo que voy guiando y conquistando, lo que me hace sufrir, lo que me alegra.
Cuanto soy y cuanto tengo te lo entrego como un regalo de amor..." Capital de gracias no es, entonces, entregar sólo mis penas y esfuerzo dolorido, sino todo lo mío, también lo que me alegra, los regalos que experimento, que Dios y la Santísima Virgen colocan en mis manos. Capital de gracias son esfuerzos y regalos concretos que se entregan, pero que deben llegar a ser "todo cuanto soy y cuanto tengo". Lentamente debemos llegar a poder regalar a María todos nuestros actos y actitudes. Todo lo que somos y tenemos, lo que emprendemos, todo, lo regalamos a María en el santuario, lo colocamos a su disposición. El capital de gracias no consiste en atesorar méritos para mí", para un "papel de antecedentes celestial", sino generosa, humilde y noblemente colocarlos en sus manos. Por eso rezamos: "Te lo entrego como regalo de amor a la fuente santa de gracias que desde el Santuario brota cristalina". La vida de nuestros Santuarios, su fecundidad, porque así se estipuló el día de la fundación, depende decisivamente de nuestros aportes al capital de gracias. Hacemos estos regalos de amor a María para que la Santísima Virgen se sienta movida a actuar desde nuestro Santuario, para atraer a los corazones desde allí y regalarles las gracias del cobijamiento en Dios Padre, de la transformación en Cristo y de la fecundidad apostólica. Se trata que Ella actúe como Madre que acoge, como Educadora que transforma y como Reina que envía apóstoles a ser corazón de la Iglesia y alma del mundo. Por eso, el capital de gracias es nuestro aporte al secreto de la vitalidad de Schoenstatt. En toda alianza, no basta con la acción de una parte, se necesita también la participación de la otra. El amor mueve a una respuesta de amor. El cuidado que la Santísima Virgen ha tomado para conmigo merece una colaboración de mi parte. Ella me llama, se acerca, me regala su amor, quiere asumir mi educación, formarme a imagen de su Hijo, hacerme partícipe en la construcción de su Reino. ¿Podría, entonces, quedarme inmóvil, inerte, sin colaborar ni contribuir con nada mío? Todo hijo responderá entregando lo mejor de sí mismo. Si Ella se ha fijado en mí para entregarme todo su amor, el mayor que existe humanamente hablando, ¡cómo no recibirá también el mío, quizás débil, pobre, esporádico, pero mío! El capital de gracias es nuestra respuesta de amor a su amor, es nuestra parte en la alianza de amor. Es nuestra afirmación: ¡María, nada sin ti, pero tampoco, nada sin nosotros! La Mater recibe todo gustosamente para su Capital de Gracias y se preocupa para que ello se transforme en gracias para nosotros y para todos aquellos que peregrinan al Santuario. Así es siempre la pedagogía de Dios: una invitación a ser sus colaboradores y a construir con El su Reino aquí en la tierra. El quiere nuestra participación para nuestro propio desarrollo, para el de nuestros hermanos y para el del mundo.

No hay comentarios: