Un brote verde de esperanzas para
todos…
Hace algunas semanas atrás, un
domingo, al día siguiente de las exequias del querido Papa Francisco que se
realizaron en Roma el 27 de Abril de 2025, la familia del Santuario de Shoenstatt Antofagasta,
participó en un memorable acto: Plantar un árbol en homenaje
al Papa Francisco, lo que reunió a niños,
jóvenes, damas y varones adultos dando un
marco de realce a la sencillez de este simple
acto, del cual nunca se sabe si perdurará en el tiempo por los muchos factores que puedan afectar al crecimiento,
mantenimiento y esas desconocidos
factores que son también destinos del presente y también del futuro.
En otra circunstancia, dos meses exactamente, el viernes 27 de Junio recién pasado, en una
visita de personal fiscalizador de la CONAF, que donaron el arbolito para esa
ocasión, se acercaron entre otras cosas, para comprobar el estado de conservación de la especie, y ¡Vaya
Dios mío!, nos sorprendimos todos, del “primer
brote verde” de esta nueva especie y que causó satisfacción y agrado a las visitas y en nosotros, los que estuvimos a nombre de
todos ustedes, y que vibramos con ese sentimiento de esperanza, de futuro,
de mañana que nos pudo regalar ese nuevo brotecito nacido ya en el propio Santuario y que proyectándose vigoroso desde ese frágil tronco,
criado delicadamente en el Vivero respectivo,
ha encontrado hoy, en medio de esa paz
que regala el lugar que muchos suelen llamar con gran apego como “ terruño”, con la preocupación de su regadío y con las raíces que ya comienzan a extenderse buscando la humedad en
las arenas de la oscuridad bebiendo los
nutrientes de la tierra, adueñándose del
abonado terreno y la frescura del milagro
de la vida que les da el agua,
para mostrarnos que su lucha por la subsistencia ha comenzado con fuerza, con optimismo, con deseos de florecer y quedarse allí
en ese lugar donde se respira en la intimidad de la oración personal, esos
susurros del viento, esas voces de los ángeles que se pasean en las
corrientes de aire que nos encuentran
cada día, y sin duda, ese pequeño signo, esa muestra de la naturaleza como respuesta al cuidado de quienes tienen la tarea de proteger, cuidar y
cultivar la áreas verdes que tanto cuesta mantener, nos demuestran
el poder del amor, la fuerza del
querer crecer, la vitalidad con que en
medio de los arenales, solamente con agua, con tierra abonada y con esa voluntad
de no dejarse vencer por esa naturaleza quizás inhóspita, nos invita al recogimiento,
al encuentro con nuestra fe en esos
momentos que cada cual encuentra para llegar a ese lugar a disfrutar de la paz y el mejor regalo de la
vida, el amor de María, la Madre que nos acoge y su amado hijo que se mece confiado en su regazo.
Ojalá que ese “brotecito” en el tiempo, se transforme en una frondosa
rama, en una muestra de que juntos siempre podemos más y sea quizás mañana, cuando ya no estemos en
esta vida, el brazo amoroso que acoja a
algún nido seguro, donde las aves que alegran las mañanas canten sus alabanzas
al Señor, en especial en esos inolvidables amaneceres que sorprenden siempre, en
medio de las oraciones que cada cual
ofrece en ese Santuario , y que nos permiten crecer, dentro de nuestras tan
imperfectas vidas, para ir siendo cada día mejores, y entendiendo que es la única forma de
fortalecernos en nuestras debilidades, y egoísmos tan propios de nuestra
imperfecta condición humana.
Un brote verde de esperanzas que
nos trae sueños de un mejor mañana para todos…