Hemos estado al
“DEBE” en los reportes de las Madrugadas. Algo ha ocurrido en los tinteros, se
secaron quizás por tantas situaciones que han ocurrido y que nos han alejado de
la esencia de lo que somos, a veces nos
dividen las ideas, las situaciones,
vivimos más apegados a las cosas
de la tierra que a las que nos deben realmente unir como son las celestiales,
pero hemos perdido la constancia y eso
no tiene remedio , pues es una responsabilidad personal que me he dejado
llevar por tanta situaciones que
de pronto apagan el ímpetu de la pluma y nos obligan a quedar en el silencio y el anonimato de estas
historias que nadie lee, se enciente que nadie tiene tiempo, pero que al menos
quedan en el registro para el mañana.
El Evangelio de hoy, en la prédica del joven cura Marcelo Valdivia, nos decía que “NO TENEMOS MUCHO TIEMPO PARA DIOS”, a veces el “ORAR” se nos dificulta, porque
el ambiente se llena de tentaciones más
productivas para nuestros egos, y vamos
eliminando los tiempos que debiéramos tener para Dios y la Oración, y preferimos
esas acciones que nos traen placer, descanso, solaz, flojera sueño, y
vamos quedando con ese sueño que nos envuelve
y allí queda Dios y la Oración, y
vamos contaminando nuestra vida
espiritual con las actividades que nos parecen más importantes del día a día.
Así que se hace necesario seguir haciéndonos el
tiempo, para estar un rato acá en las redes personales para recopilar con
palabras lo vivido, para que alguna vez sirva de crónica futura, aunque ese
“futuro” no existe, ni el presente, pues es ya pasado, y solo quedan las experiencias
del ayer, que a nadie más les interesa sino a quienes la hemos vivido.
Ayer conversaba sobre los “Recuerdos”,
ese baúl precioso que cada cual guarda y que está lleno de acontecimientos. Allí
están nuestras pertenencias más preciadas relacionadas con nuestra vida. En mi
caso, mis malos poemas, mis canciones favoritas, mis recortes de la prensa, mis acciones de
trabajo graficadas en apuntes varios de
todo tipo, mis recuerdos de estudiantes,
de soldado , mi espada, mi gorra de
milico, y todas esas cosas que son MIS RECUERDOS y que no quieres que nadie las
lleve o que nadie te las quite, por que son lo que representa tu pasado, tu
ayer, tu felicidad oculta en los caminos de la vida, pero; ¿Sabes? Llega el
momento que esos recuerdos que son tan tuyos tan personales, tan “nuestros”, se quedan allí olvidados en los cajones del
mueble viejo, y se transforman en ese basural de elementos que para nada sirven y que ya no son
aporte a las necesidades de tu vida,
pues el día que te vas, ese valor que tanto le diste a las cosas materiales que
son tu única posesión, se pierden en el olvido y nadie se acordará que esa insignia,
esa moneda con la estrella solitaria de la
bandera era un premio a tu distinción como soldados, que ese Diploma con las
firmas de la autoridad tan importante en tu tiempo y que ya ni siquiera
vive, también se torna en un papel
inútil que ni guardarlo ni protegerlo ni
cuidarlo, trae alguna importancia.
Tenemos todos colecciones de libros,
de papeles, de diplomas de recuerdos, de “cachivaches”, en las tecnologías de hoy, cientos de CD
musicales, y cientos de DVD con películas que alguna tarde nos emocionaron y
quisimos comprar para verla las veces que quisiéramos, pero que en realidad nos
recordamos de ella hasta de sus actores, así que se tornan otro elemento que solo se conserva, pues ni los modernos
computadores te permiten verlas, pues
requieres ahora un llamado disco externo que pocas veces funciona.
Tanto dinero perdido, tanta
distracción que se ha quedado olvidada y todo eso son recuerdos, todo aquello está
llenando espacios, cajones, cajas que son una pila alta que también ocupan ese
cuarto que quizás vacío, te permitiría tener
un lugar de relax de solaz, de lectura,
de silencio……
El tiempo que empleas en cuidar las
cosas, en asearlas, en mantener la higiene , sacar el polvo de los baúles, echar líquidos aerosoles para evitar
los insectos, y tener que ponerse
mascarillas para evitar los polvos que te dan alergias, en verdad se tornan
tiempos perdidos, aunque lo hagas rezando y conectado a tu espiritualidad interior, sería mejor
sentarse bajo un árbol y contemplar la naturaleza y llevar tu mirada al cielo y regalarte esa paz y ese tiempo en oración
y en análisis espiritual de tu propia vida, pero te consumes con tantas cosas
que nunca podrás llevarte y que en tu momento de la partida, solo serán un
estorbo para todos los que vienen, pues nadie entenderá que el viejo libro de
tapas verdes que está en ese quinto
lugar del estante de tu biblioteca,
tiene esas fotos que guardaste cuando
nació tu hija, o la carta que te
escribió tu esposa estando alguna vez solitario en el desierto cuidando en tus funciones
de soldado la frontera. Ese libro lo
mirarán y no tendrá ningún sentido para
nadie, y aun hay tiempo para que otros
puedan disfrutar de su lectura.
Si eso ocurre con las cosas materiales,
¡Cuantas cosas también son parte del recuerdo de nuestras situaciones espirituales!
No tenemos tiempo para disfrutar
de los conocimientos adquiridos en los
cursos de catequistas, en los libros que devoramos esas interminables tardes
del verano, en tus estudios de teología, en tus
cientos de notas y fotos y que han quedado en las redes cuando tienes un
simple blog en el cual guardar tus pensamientos y todo, pero todo, se va
consumiendo, todo se va acabando.
Se acaba la amistad, a veces hasta
se acaba el amor, damos mucha importancia a las cosas materiales, y se va acabando
lo más importante: la vida. Y vas quedando
solitario frente al mundo y
frente a Dios y allí te das cuenta, que
perdiste tanto tiempo en tantas cosas mundanas que hasta el Ser Supremo se
olvidó de tí y allí caemos en la
desgraciada situación que la vida
se nos va, que quedamos abandonados al olvido
y que, lamentablemente, no podremos nunca más “disfrutar” de esas cosas
que nos llenaron alguna tarde de satisfacciones y de alegrías o emociones.
Vendrán las enfermedades, la vejez, el
dolor, la pérdida de quienes amas, con quienes vives, tus hijos se marchan, tus
nietos crecen, tus enfermedades se agudizan, el carácter afable y sonriente que
te caracterizaba es hoy apatía, enojo fácil, te interpretas todo negativo, aunque la vida siga siendo
positiva, y ya estás acercándote nuevamente
a las sensaciones del pasado inicial de
tu vida, al día de tu nacimiento, a ese día que dejaste el vientre materno con
llantos y dolores y con los ojos temerosos de abrirlos al nuevo mundo, y hoy
con el paso de los años, nuevamente te doblegas y se nublan los ojos porque ya
pronto tendrás que irte y con el mismo
llanto con el mismo temor, con la misma ignorancia con que llegaste, y con
todos esos defectos de tratar de sobrellevar
la realidad, que es la única verdad que enfrentamos en la vida cuando nos visite
segura, confiada y serena la hermana muerte.
Así que lo menos que podemos hacer
hoy, y también como pérdida de tiempo, porque otros vendrán y con su naturaleza
humana no aprenderán de los que otros
vivieron, sino más bien, escribirán sus propias experiencias, y experimentarán sus
propias vidas, sin mirar las anteriores, seguiremos entonces intentando seguir perdiendo el tiempo tratando
de dejar el testimonio del presente, por
si alguien quiere entender el curso de la vida y de la historia personal, para
imaginarse que el tiempo recorrido ha
dejado huella en el pasar de la vida, y
servirá para valorar el regalo
divino de la vida, y el servicio del ser apóstoles.
No dejemos nunca que en nuestros
pasos Dios este ausente. Al Padre vamos y con Él nos encontraremos y todo lo
que anhelamos y quisimos pudiera ser en
ese momento nuestra mejor realidad y verdad de un sueño que no conocemos, pero que nos envuelve hoy en una vida llena de
situaciones que creemos son importantes pero que en verdad nos llevan a perder lo más importante y las más verdadera felicidad que es la de estar
vivos y llenos de esperanzas de un mejor mañana.
Dios nos ayude y nos regale vida.
FOTOS DE NUESTRO "ROSARIO" DE MADRUGADA