sábado, 26 de marzo de 2011

SÁBADO 26 DE MARZO





















En el Santo Evangelio de este sábado, en plena Cuaresma, se nos habló de la parábola del "Hijo Pródigo". Aquel que se va de casa, a gastar las riquezas "de su herencia" entregándose a la "gran vida", a disfrutar de su propia y ansiada "libertad", a compartir con todos aquellos que, seguramente al verle con dinero, le acogieron en una amistad interesada y falsa mientras tuvo alguna moneda en sus ropas, para pasar de la riqueza momentánea al sufrimiento y la humillación, extrema pobreza y abandono. "Hasta los cerdos" comían mejor que él en el campo.

Ese ejemplo está en "toda época" y nunca ha dejado de ser lo que es. Pero más allá , está lo que el Señor nos dice sobre el arrepentimiento, la soledad, el hambre y la necesidad que siente el joven que lo ha "vivido todo" y lo ha "perdido todo", por que sabe que al lado de su padre tendrá una vida digna, no le faltará la comida y es allí donde verdaderamente le aman. Lo que vino después, lo sabemos todos. La alegría y la fiesta del reencuentro con su padre y sus amigos y el reconocimiento con todos los honores y las muestras de cariño por que "Mi hijo que estaba muerto", ha vuelto a casa". La queja natural del hermano mayor, pero el consuelo por parte de su padre de que siempre ha estado a su lado y que todas las pertenencias de éste se comparten.

En la soberbia de nuestras vidas, buscamos caminos que nos alegran y nos llevan, a salir de los caminos del Señor, a buscar la facilidad del pecado, a enredarnos en las cosas mundanas y sin importancia que se nos ofrecen tan fácilmente y que por lo mismo creemos que nos traerán alegría. Tener más de lo que se necesita. Se compra todo, hasta el amor, y se juega con los sentimientos y hasta con la amistad. A veces creemos que todos nos aman y nos entregamos sin ningún fin espiritual, pero en la hora de la reflexión sabemos que todo los que se adquiere fácil se diluye y se pierde en la noche de los tiempos.

Creo que muchos nos hemos sentido en algún momento como el hijo pródigo. Alejado muchas veces de Dios, y buscando respuestas más terrenales a nuestras inquietudes y dudas. Volver al padre con la hombría del ser arrepentido, tiene un gran valor y por ello que el Señor también nos recibe y nos festeja con la Santa Eucaristía. Si a esa alegría, se unen las almas de tantos hermanos que van y vienen por los caminos del Señor, que se acercan y que se alejan, pero que no dejan el redil, se entiende entonces que unidos en Cristo, y educados por su Santísima Madre, podemos sentirnos acogidos en esa pequeña "Casa del Padre", la que se transforma en una puerta ancha y real al cielo, a ese cielo que buscamos cada día, a esa eternidad del amor, a ese trabajo de servir y trabajar juntos por la Evangelización y lograr en ese acogedor lugar, el sentirnos verdaderamente que hemos vuelto al Padre, a través de su dulce Madre, para seguir caminando hasta cuando Dios decida por nosotros y nos llamen las trompetas de sus serafines a rendir la cuenta personal de nuestras vidas.

En el amor de Cristo, en el inmenso Amor y Compromiso de nuestra Mater, podemos fácilmente descansar de los problemas de la vida, y ese amor se debe reflejar en la acogida de todos los que se acercan a buscar esa paz y esa esperanza que nace cada Madrugada, en cada oración, en toda Eucaristía, para lograr ponernos nuevamente la mejor tenida, el anillo de la dignidad, y sentir de nuestro Padre el beso tibio de la ternura, y participar de la cena del cordero con cariño, sintiéndonos amados para que esta fiesta de amor sea la del encuentro, del perdón y la alegría de nuestras propias vidas, sintiéndonos acogidos y protegidos por ese ser Supremo y Celestial que guía nuestros pasos por la buena senda.

En este día hermoso de una madrugada para mi muy especial, en que vuelvo a sentir el calor de la amistad de mis hermanos Madrugadores, y que me ha sorprendido por la niñez de Cristóbal, la juventud de Johonson y la madurez de esos nuevos hermanos que no tenía el gusto de conocer, Osvaldo, Jimmy, Javier y alguien que no pregunté su nombre, y mantener el recuerdo en nuestras oraciones a los ausentes, Alejandro, Diego y Claudio Jeria, que se encuentran con dificultades de salud, y a quienes por uno u otro motivo no pudieron asistir, deseo expresarles sinceramente, que en muchas ocasiones de la vida uno se siente el hijo pródigo, y es la sensación más gratificante el volver a ese Santuario a reunirse con sus hermanos, esos que le brindan el afecto y el cariño desinteresado y sincero, sin saber ni siquiera muchas veces quien es quién, pero que en el abrazo sincero, en el sentir rostro a rostro la áspera piel, en el abrazo de la paz del Señor, se sienten las caricias de Jesús, el Maestro por que es Él el que mueve el corazón del hombre y quien se presenta en cada uno de ustedes con un corazón agradecido, con un corazón ardiente y con una voluntad, a ejemplo de Maria. que nos llena el alma el sentimiento y nos da lo que tanto buscamos los hombres en el camino de la vida; la Paz, que es el resultado de acoger con verdadero compromiso vivir para siempre con Cristo en el alma.

Gracias amigos por este día, y quiera Dios que los otros nos una la misma amistad y alegría, y pidiendo a Dios por cada uno de ustedes y sus familias, nos despedimos hasta el próximo encuentro en el que Dios mediante, iremos acrecentando nuestra fe y compromiso con el Señor. Un especial saludo a nuestro sacerdote, él, como muchos buenos sacerdotes, está entregado a la causa del Señor en cuerpo y alma, y debe soportar la injusta crítica del mundo en que vivimos, y en el cual hermanos nuestros cometen injusticias e infidelidad a la Santa Iglesia.

Los que mal obren serán juzgados por Dios, nosotros no condenamos, acompañamos a quienes han caido para que sean alguna vez hijos pródigos y vuelvan ´perdonados" por Dios al hogar, pero con un corazón arrepentido y con la humildad del cordero, por que Dios acoge y no condena y por que Dios acompaña también a las víctimas inocentes que muchas veces sufren en silencio la indolencia terrenal del abuso de poder que enloda las virtudes de los buenos y limpios hombres que han renunciado a sus propias vidas por servir honestamente al Señor, a quienes debemos tambien brindarles nuestro afecto, amistad, y acompañamiento permanente y oración, para que puedan vencer las tentaciones de la vida, de las cuales ningún ser humano esta libre. Dios nos ayude y a nuestros amados sacerdotes.

Hasta la próxima y como siempre la gratitud a Miguel y Claudio por la fotos del recuerdo.....